Capítulo VI

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Martes, 19 de abril.

Hazel

Hay algo en ti que me impide irme, tienes algo que me llama la atención, tienes algo que nunca podré tener. Tu amor.

No hubo respuesta al día siguiente, eso me decepcionó un poco. Pero intenté entenderte, pensé miles de maneras del porqué no me respondías, tal vez necesitabas espacio o simplemente no querías hablar con las personas como yo lo hacía. Intenté no ver algún lado malo en ti, por lo cegada que estaba.

—¿Te parece ir por helado?—Omar se acercó a mi, agarro mi guitarra y la dejo a un lado— Voy media hora hablándote, ¿Que pasa?

—Nada. Solo.. es Javier.—Tenia la mirada en el suelo, mientras jugaba con un mechón de mi cabello.

En la madrugada habían llamado a mi mamá, le habían dicho que mi primo se encontraba en el hospital con una abertura en su cráneo al punto de casi matarlo. Decían que era un milagro que siguiera vivo, pero aún así no despertaba. Con Javier siempre nos habíamos llevado bien, era uno de los pocos familiares con lo que me llevaba. Me dolía esa noticia.

—El estará bien, Javi es fuerte.—Omar tomo mi mechón de cabello y lo paso por detrás de mi oreja—Siempre voy a estar aquí, ¿Si? —Me dió un beso en la frente. Solo le pude regalar una triste sonrisa.

El resto del día intenté contener mis lágrimas y dejar ese tema en paz. Pero mientras más intentaba olvidarme de mis problemas, más venían hacia mi.

Al regresar de la escuela, solo me encerré en mi habitación y ese era el plan de la noche, desahogarme. Las lágrimas que contuve todo el día, salieron en ese instante. Mi hermano estaba por irse a la universidad, lo que significaba estar sola en la casa, Marizza ya había hecho su vida y era turno de Alberto. Estoy a unos días de graduarme y tener que ver la universidad, cuidaba a mi sobrina mientras trataba mi enfermedad, hemofilia.

¿De que se basa? Trastorno que provoca que la sangre no coagule normalmente. Los síntomas incluyen varios hematomas grandes o profundos, inflamación y dolor de las articulaciones, sangrado inexplicable, este se trata por medio de inyecciones que se deben poner cada cierto tiempo.

También tenía cierta presión sobre mi por ser la menor de mis hermanos, esperaban más de mi. Tal vez piensan que ser la menor significa tener más libertad y no tener responsabilidades como los mayores, pero es lo contrario. La gente espera más de ti, porque tus hermanos ya destacaron, te comparan y te crean inseguridades que antes no tenías. Si ellos cometen algún error, ese error cae sobre ti.

Ese día llore por mi, por ti y por ellos..

**

—Hazel, oye, ¿Estás bien? —Sentía mi mejilla caliente por el calor que me trasmite alguien que tenía su mano en ella, escuchaba su ronca voz decir mi nombre. Mis ojos se empezaron abrir poco a poco.

—¿Quien eres?—Susurre. ¿Estaba soñando? ¿En realidad era él?

—Lucas.

Mis párpados se abrieron de golpe, mi respiración se empezó agitar—¿Dónde carajos estoy?

—En mi casa. Te traje después de verte desmayada en la lluvia, ¿Que hacías ahí, niña? Te vas a enfermar.

Mi mirada cayó a mi pecho, estaba con una camisa negra de una banda desconocida y unos shorts cortos debajo, sentía la sangre recorrer por mis mejillas. Tenía una pequeña venda en la rodilla, ¿Que mierda fue lo que pasó? El vendaje ya mostraba una grande mancha de sangre, si, era mi jodida enfermedad que me estaba jugando en contra.

—¿Desmayada?—Mi mirada cayó en él quien solo asentía con la cabeza—¿Dónde me encontraste?

—Por la calle en la que te conocí. —Resbucó en su armario, de el saco un abrigo como 6 tallas más grande que la mía, tenía un estampado de Morat, pero, ¿Por qué tenía un abrigo de ellos si no le gustaba su música?—Puedo preguntar, ¿Que hacías ahí?

Pase el abrigo por mis hombros poniéndomelo solo por encima—Cuando yo sepa la respuesta, talvez te lo diga—Rasque mi frente, una curita se encontraba en ella.—Lucas, ¿Por qué tienes un abrigo de Morat?

Lucas rasco su cabeza, sentandose en su escritorio—Lo compré para ti. Cuando estaba de viaje, lo ví y me acordé que te gustaba, es tuya.

—¿Me compraste un abrigo como 6 tallas más que la mía?

Este alzó sus hombros—Siempre vas con ropa grande, supongo que es porque no te gusta la ropa pegada. Aunque tú pienses que no te pongo atención en lo que haces o me dices, estás equivocada—Puso un lápiz detrás de su oreja y dió un giro en su silla del escritorio, estiró sus brazos, regalandome una sonrisa coqueta—Simplemente, me limito a observarte y conocerte así a profundidad.

—O estás intentando buscar una excusas para que no te mate por desaparecer,—Me levanté de la cama, al hacerlo sentía el dolor que produjo mi pierna de aquella acción. No hubo otra respuesta que no sea una pequeña carcajada de su parte.

Me límite a solo analizar su habitación, era pequeña pero su estilo. Tenía dibujos por algunos lados, su guitarra arrimada en una esquina, ropa tirada por el suelo y una mochila con libros en su alrededor. Este chico era demasiado desordenado. Cuando termine de ver cada rincón de ella, recordé que aún no me daba una explicación de sus desaparición, eso hizo volver mi enojo. Mi ceño se frunció, agarre la almohada que estaba en la cama con mis fuerzas, y se la tire en la cabeza.

—¡Carajo!—Este se tocó la cabeza—¿Que paso? ¿Por qué me pegas?

—Porque te fuiste por días en los cuales no me diste ninguna señal de vida, no es la primera vez que lo haces pero está vez fue por cuatro días.

Y lo hiciste. Estaba en un agujero negro, el cual aún no encontraba su final.

—Lo siento. —Lucas dio un paso hacia delante, al ver que no me aleje siguió acercándose—Mi familia, la universidad, el trabajo, me estreso y simplemente quise desaparecer unos días para tener mi espacio. Solo quería algo de aire libre, pensar las cosas y sentirme mejor conmigo mismo. Perdón. —Sus ojos demostraban sinceridad, te veías vunerable y solo intenté entenderte. Ese fue un grave error.

Debí alejarte cuando pude, no debí dejar que te quedarás.. porque al final por tu culpa, solo puedo pensar en lo que no pudimos ser.

Pero al final, solo suspire. Pase mis manos a los lados de tus mejillas y te acerque a mi—¿Que haces, Hazel? —Tus nervios fueron notorios, pero no intenté ponerte nervioso, intentaba mantenerme en pie—¡Haz! ¡Haz! Niña, escúchame. No cierres tus ojos, no lo cierres.

Todo se volvió oscuro, ya era tarde cuando me dijiste que me mantuviera despierta.

Esa noche me salvaste, volviste y te quedaste un tiempo. Pero eso no quitaba el dolor que me ibas hacer sentir después. Solo cuídate, Lucas.

—¿Cómo la encontraste?—A lo lejos logré escuchar la voz de mi madre, hablaba con alguien.

Me ardían los ojos, así que los volví a cerrar. Escuchaba tres voces diferentes, estaba concentrandome en su conversación para saber que era lo que me pasó. Estaba en cuarto blanco, con aparatos alrededor, ya se donde estoy. En el hospital donde me trataban. Mierda, odio este lugar. Debería hacer una lista de las cosas que odio, tal vez no terminaría nunca.

—Me asomé en la ventana de mi habitación, la ví caminando por la calle cuando perdió el equilibrio y cayó—Ese era Lucas. Giré un poco mi cabeza y pude ver al castaño hablando con mi familia—La lleve a mi departamento, después cure sus heridas y la deje dormir.

—¿Quién la cambio de ropa?—Alberto interrumpió.

—Mi mamá. No la iba a dejar con la ropa mojada, pero tampoco iba a tocarla.

—Me alegra saber eso—Mi hermano paso una mano por el hombro de Lucas, se acercó a el susurrandole cosas que después iba averiguar.

Cuando desperté, estabas ahí. Maldita sea, ¿Por qué seguías ahí? ¿Por qué no te fuiste si no me querías?

Todo lo que no pudimos serWhere stories live. Discover now