23| El ángel caído y la víbora con aspecto de muñeca

45.6K 2.5K 2.1K
                                    

Capítulo 23 | El ángel caído y la víbora con aspecto de muñeca

Hailey

Tate se ha tomado mis exigencias muy en serio y me ha comprado una pizza de cuatro quesos. El olor de esta llena la habitación y la respuesta de mi cuerpo es emitir un ruido que cualquiera podría escuchar desde la otra punta de la habitación.

Tate se ríe.

—Las sesiones intensas de cardio dan hambre, ¿eh?

Le dedico una sonrisa burlona.

—Pues yo no entiendo cómo puedo estar tan hambrienta si te acabo de comer la...

—Yo de ti no acabaría esa frase —me interrumpe—. Si no quieres que guarde la pizza y vuelva a follarte la boca, claro.

—Entendido —digo rápidamente—. No más bromas sobre las guarradas que me has hecho antes.

—Sobre eso... ¿estás bien, Hailey? Sé que estaba en la lista, pero no sé si ha sido demasiado para ti.

¿Demasiado para mí? Me siento un poco ofendida.

Además, el hecho de que esté tan tranquila comiéndome una pizza en su cama debería darle una pista sobre lo terriblemente traumatizada que estoy, digo yo.

—Lo he llevado perfectamente.

—Ya sé que lo has llevado perfectamente. —Pone los ojos en blanco, pero se nota que sigue un poco preocupado—. Te estoy preguntando si te has sentido cómoda o si tienes ganas de abofetearme por haberte hecho pasar tanta vergüenza.

—Ah. Pues un poco de ambas, la verdad.

Sonríe, un poco más tranquilo.

—Supongo que me lo merezco.

—Bueno, teniendo en cuenta que también has hecho que me corra dos veces... supongo que estamos en paz. —Le dedico una mirada divertida—. Ahora bien, vas a tener que esforzarte un poquito más para compensar el hecho de que ya no voy a poder mirar a Jaden a la cara nunca más.

Suelta una carcajada.

—Si te sirve de consuelo, te puedo asegurar que su forma de mirarte y de hablar contigo no va a cambiar. Ya estamos... —Se aclara la garganta, como si no supiera seguir la frase sin que suene mal. Al final, se rinde en el intento de dar con algo que no me vaya a indignar—. Bueno, estamos más o menos acostumbrados.

Entrecierro un poco los ojos.

—Acabas de complicar aún más la tarea de compensarme.

—Ya, me lo he imaginado. —Hace un gesto con la cabeza que parece decir: «comprensible». Me estiro para coger otro trozo de pizza—. En realidad, creo que se me ocurre algo... El domingo voy a comer en casa de mis padres, ¿te apetece acompañarme?

El trozo de pizza se queda colgando en mi mano. No me esperaba este giro en los acontecimientos, sobre todo porque ya le expliqué que no quería que accediera a estas cosas solo para contentarme.

—Tate, era broma. No necesitas compensarme nada. Me ha gustado todo lo que hemos hecho, en serio —le aseguro.

—No te he invitado solo porque quiera compensarte por lo de antes.  que te ha gustado —Me dedica una pequeña sonrisa que hace que se me enciendan las mejillas. Mi mente evoca el momento en el que ha esbozado esa misma sonrisa hace poco menos de una hora, cuando estábamos en una situación muy distinta—, así que no tienes que preocuparte por si me siento culpable.

Decido creerle y asiento con la cabeza.

—Mira, no quiero que empiecen a tratarte como si fueses parte de sus vidas en vez de pertenecer solo a la mía. Sé que van a intentar controlar lo que tú y yo tenemos como siempre han hecho con cualquier aspecto de mi vida. —Se que está fatal, pero una parte de mi cerebro se ha quedado en «lo que tú y yo tenemos» y ha decidido ignorar todo lo demás. Tengo que hacer un esfuerzo en recuperar la concentración y escucharle de verdad—. Van a formar una opinión sobre ti desde el primer momento, sin darte siquiera la oportunidad de mostrarles cómo eres en realidad.

Juego de seducción © [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora