Cuento n°2

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Tierras del Oeste

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Tierras del Oeste. Casa de la Luna, palacio real.

Año 3198, séptimo día de la semana - Nueva Era del imperio de Taishō Sesshōmaru.

Todos los habitantes de la Casa de la Luna conocían de antemano lo traviesa que podía ser la princesa Shōri. A pesar de ser una calca en miniatura del señor Sesshōmaru dejando de lado su condición híbrida, eran totalmente diferentes. Él; estoico, frío, temible y poderoso. Ella; alegre, vivaracha, cálida como el sol de verano y una maraña de hiperactividad que volvía loco a Jaken. Iba de un lado a otro por todo el palacio y acompañada siempre por yuki-onna Tsurara, la hija de una de las empleadas encargadas de regular la temperatura de la gran casa real.

Tsurara solamente era cien años mayor que Shōri y se conocían desde muy pequeñas, por lo que era normal verlas juntas a todas horas. Pero cuando las dos llegaron a la edad en la que los críos no paraban quietos, el palacio adoptó la postura de tener ojos y oídos en todos lados. Y os preguntaréis, ¿por qué?

¡Pues porque las mocosas le pillaron el gusto de gastar bromas a los sirvientes!

¿Y quién se convirtió en la víctima principal?

Jaken.

Como ya he mencionado, al pobre Jaken lo traía en vilo tanta energía infantil, y la cosa sólo hizo más que empeorar cuando el amo Sesshōmaru le ordenó vigilar a su hija para que no se metiera en ningún lío.

━No lo entiendo, ¡no lo entiendo! ━se lamentaba Jaken cada vez que podía━. Soy el primer ministro de las Tierras de Occidente, ¡no la niñera de la señorita Shōri y de su malcriada amiga!

Nadie le escuchaba, sólo se reían de él y le daban palmaditas en la espalda como señal de ánimo. ¡Qué indignante! Al final del día terminaba con dolor de cabeza y sentía que había envejecido sesenta años de golpe.

━No es tan duro como parece, señor Jaken ━le decía Akemi, la nodriza de Shōri. La única entre todos los siervos de aquel condenado palacio que sentía compasión por él━. Sólo están en esa edad, ya pasará.

Jaken no le creía, nunca lo hacía. Y duda de que algún día terminara aquella pesadilla infernal.

Pero una noche, en la que él ya se estaba preparando para irse a dormir, Shōri deslizó el shōji de su habitación sin ni siquiera pedir permiso.

━¿Qué está haciendo aquí, señorita Shōri? ━preguntó el yōkai verde con desconfianza━. Es tarde, debería de estar durmiendo.

En vez de responderle, la hanyō le tendió un trozo de papel.

━Es para ti. Lo hemos hecho Tsurara y yo esta tarde ━explicó ella con una sonrisa━. ¡Hasta mañana! ━y se marchó por el pasillo dando saltitos.

Entonces Jaken miró con renovado interés el esmirriado papel. Lo desenvolvió, y su corazoncito se derritió de ternura: era un dibujo de él a color. Un dibujo, que aunque no era muy pulido, se notaba el esmero puesto allí.

El sirviente de Sesshōmaru suspiró sin evitar que una sonrisa fuera adornando su verdoso rostro. Quizás, después de todo, cuidar de la señorita Shōri no era tan terrible como parecía.

No, al parecer no.

No, al parecer no

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