40. After

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Bien temprano nos despertamos, y con temprano me refiero a que fue Judith quien nos despertó con llantos para que le cambiemos el pañal. A pesar de haber estado durmiendo desde la tarde de ayer, no podíamos levantarnos. El cansancio que teníamos era demasiado. Sobretodo yo, después de esa gripe todavía no estoy totalmente recuperada.

Ni siquiera había amanecido todavía, aunque no hará de faltar más de una hora.

Al ver el mínimo rayo de sol iluminando el cielo, agarramos nuestras pocas cosas y a Judith y nos fuimos.

Estoy cansado de revisar casas.– dice apoyando su bolso en el piso.– Vámonos a otro lado, no perdamos tiempo.

Y si, tiene razón. Estuvimos toda la mañana revisando casas, y ni siquiera encontramos mucho. Encontramos unas latas de comida y unas botellas de agua, pero nada más de comida. También unos cuantos pañales para Judith y cosas útiles como unos encendedores y un kit de primeros auxilios.

Sigamos por esa calle, o si no, metamonos al bosque.

Elegimos caminar por la calle, aunque no tenemos ni idea de hacia donde va. No nos metemos al bosque que tenemos a ambos lados porque seguramente nos perdamos, y con una nena que por cualquier cosa llora no es buena idea.

[•••]

— ¿Podemos parar un segundo?– le digo soltando el bolso que tengo, haciendo que caiga al piso.– Hace como cuatro horas que estamos caminando.

El detiene el paso.

Sentemonos ahí.– señala el camino de tierra antes del bosque, en su lado izquierdo.– Comamos algo los tres, diez minutos y nos vamos.

Nos sentamos en el piso y empezamos a comer. En el camino habíamos encontrado unas uvas en unos arbustos, y decidimos comer eso para guardar lo que tenemos en los bolsos. A Judith también le dimos un poco de leche de fórmula que teníamos preparada.

Yo digo que sigamos al norte y...–Lautaro estaba hablando, pero unos ruidos lo interrumpieron.

Se sienten crujidos de hojas, muchos crujidos.

Inmediatamente nos ponemos en alerta, yo guardo lo más rápido que puedo las pocas cosas que sacamos y el se levanta del piso.

Pero antes de que podamos prepararnos bien para enfrentar a lo que sea que salga, se empezaron a ver docenas de caminantes salir de entre los árboles.

¿Cuántas balas tenemos?– le pregunto mientras rápidamente me levanto del piso con el bolso colgado en la espalda y Judith en mis brazos, a la vez que retrocedo por inercia.

No podríamos ni ocuparnos de la mitad.– me dice con seguridad.

Deben ser como tres docenas de caminantes los que salen de entre los árboles.

Y por si fuera poco, Judith empezó a llorar, los caminantes se acercan más.

Andá por allá.– me señala el bosque del lado contrario.– Andate con Judith, yo los voy a distraer por la calle.

¡Vamos! ¡Vamos! – digo haciendo caso omiso a lo que me dice. No pienso dejarlo solo.

Hacé que Judith deje de llorar, corré, no dejes de correr, yo los voy a llevar lejos, te prometo que las voy a encontrar.

SKYLINE ━ Daryl Dixon (en edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora