Capítulo 8

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—Gracias

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—Gracias. —Sonreí y caminé hacia el aula treintaitrés.

Me siguió.

— ¿Cómo has estado? —Entablé conversación, aunque no estoy segura de que me responda.

—Bien.

—Yo también. —No preguntó, pero no está de más decir que estoy bien.

Llegamos al salón y nos sentamos en nuestros puestos correspondientes, entró Harry con Emilia, al verme sonrió.

—Buenos días, señores —Saludó Emilia firme, respondimos al saludo—. Vamos a conversar sobre el cronograma del tercer año del curso y de los horarios para los que van a revisión, también vamos a enunciar las notas de cada uno nuevamente, ya que la planta de uno de los estudiantes fue revisada hace unos minutos y ya se hizo la evaluación; específicamente la de la señorita McCartney.

Dieron una charla sobre otras cosas que necesitaremos y las anoté, luego Harry enunció las calificaciones en orden alfabético, esperé a que fueran por la letra "M"; inicial de mi primer apellido.

—Alysa McCartney obtuvo 19.98 puntos, George Miller obtuvo 19.99 puntos... —Siguió nombrando a los siguientes estudiantes y sus respectivas notas.

¿19.98? Increíble.

Aunque con una germinada por mí me hubiese dado la nota máxima, pero no me quejo.

—Felicidades. —Murmuró George. No creo que haya felicitado a los otros compañeros, me sorprende que lo haya hecho conmigo.

—Lo hiciste muy bien, casi 20 puntos. —Le susurré, él solo me respondió con una mirada, volteó a verme y siguió prestando atención.

George Miller el robot; nunca cambia su expresión facial, siempre está serio. Aunque demuestre que se alegra por ti o que te felicita, esa siempre será su cara, no significa que le caigas mal.

Eso lo aprendí con el tiempo, antes creía que me odiaba.

—Por último, queremos informarles que el tercer y último año de este curso inicia la semana que viene.

— ¿Qué? ¿Tan rápido? —Replicaron la mayoría de los estudiantes.

Algunas veces creemos que estamos en la secundaria nuevamente, ya que el instituto parece la preparatoria. Suele ser agotador, pero aprendes mucho más que en los talleres básicos.

Luego de otras aclaraciones, terminó la reunión y cada quien podía irse.

— ¡George! —Llamé al pelinegro que ya estaba por irse— ¡Ven!

Se acercó callado y solo me miró esperando a que le hable.

— ¡Hice bombones! Estos están rellenos de dulce de leche, ¿Te gusta el dulce de leche?

—Sí, dame cuatro, ¿Cuánto es?

—4 euros por cuatro bombones. —Me dio cuatro monedas de 1 euro y le di los bombones.

Razones para estar contigoWhere stories live. Discover now