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luego de aquella noche en el bosque las semanas pasaron sin que ambos castigados cruzaran palabra, cada tanto había alguna mirada entre ellos, seguida de algún gesto para molestar, como sacarse la lengua o el dedo medio.
el joven de rizos se encontraba cuidando las plantas del herbolario junto a Neville, buscando usar algunas para tener en caso de necesitar hacer una pocion.
— es raro ver gente de Slytherin por aquí.
habló Neville mientras regaba una de las tantas plantas.
— me gustan las plantas.
respondió Eridanus mientras cortaba en un ángulo de 45° un par de hojas par a guardarlas en un sobre de papel madera.
— vas a estudiar magizoología ¿verdad?
la charla era suave, para nada incomoda, estaban acostumbrados a cruzarse a ese punto.
— exacto, también quiero estudiar algo de medicina en la academia donde enseña mi madre.
explicó brevemente, ahora buscando raíces secas.
— ¿sabes dónde están las raíces secas? necesito un par.
el castaño dejó lo que hacía para acercarse a un estante, pasándole un frasco dónde guardaban las raíces, dejando que sacara las necesarias antes de devolverlas a su lugar.
— muchas gracias, Neville, nos vemos otro día, seguro necesite sal de mandrágora.
se despidieron con una sonrisa y un movimiento de manos.
ahora el joven se dirigía a los jardines de la escuela, había quedado de reunirse con Hermione para devolverle uno de los libros que le había pedido prestado.
luego de hacer aquello, revisó su lista de recordatorios, pues ya se había olvidado que más tenía que hacer, mientras leía iba caminando por la escuela.
— cierto, tengo que darle a Ginny la crema para su brote.
ahora partía hacia el otro lado de la escuela, pensando en el camino lo mucho que se relacionaba con los Gryffindor, al contrario de la mayoría de Slytherin, los cuales preferían evitarse con los leones.
— ¡Ginny! aquí está la crema que me pediste, tienes que aplicarla con movimientos redondos cada 4 horas y para mañana ya no deberías tener nada.
la joven pelirroja agradeció con una sonrisa, dejando que el de rizos le dirá una demostración en la zona de su brazo
— ¡muchas gracias! toma, mi madre nos mandó galletas a mi y a mis hermanos, puedes quedarte con las mías pro haberme hecho la crema.
sus ojos brillaron al ver las galletas, agradeciendo la amabilidad de la menor, retirándose luego, tachando aquella actividad de su lista de recordatorios, mientras comía una galleta.
