y no era algo de público conocimiento, pues, como todo chico raro con dinero y responsabilidad, podía darse el lujo de ocultar sus gustos singulares y actitudes cuestionables ante la moralidad del siglo 20, porque Draco Malfoy era, sin lugar a dudas, un rato excéntrico.
disfrutaba de las noches heladas, la sangre, las cicatrices, las arañas venenosas y por sobre todo a los hombres en pelotas, porque Draco Malfoy, a parte de ser raro, era extrañamente homosexual, y no había nada que pudiera negarlo.
ni los montones de jovencitas bien dispuestas a darle su compañía ni las revistas porno que le encontraba al indecente de su padre cuando este dejaba la mansión cada muerte de obispo, y que lo partiera un rayo si alguna vez decía que una mujer le movía el cuerpo porque no era ni sería así jamás.
la llegada de un jovencito distraído y exigente a su vida solo terminaba de confirmar que era más homosexual que la homosexualidad misma, y que aún con capa, suéter y dos pantalones cubriendo su delgada figura, Draco Malfoy, rey de los raros y fetichistas, se encargaba de sabrosear en silencio el cuerpo apenas trabajado del adolescente que siempre le hacía compañía.
y no es que el pobre Eridanus Dericc fuera el jovencito más desarrollado de su escuela, ni cerca estaba de ser el gay más deseable a alcance de la mano pálida y flacucha del rubio con problemitas de conducta, pero había algo en aquella personalidad tan cambiante, en ese cabello desordenado color castaño oscuro, en sus ojitos almendrados color borgonia y en su dependencia hacia el rubio para no olvidarse su propio nombre que hacía al Malfoy derretirse por él a cada hora del día.
porque Draco Malfoy era un rato excéntrico y fetichista, y cada vez que el jovencito tan bonito que tenía como perrito faldero a su lado le preguntaba algo con la total confianza de recibir la verdad como respuesta a él se le encendía una chispa en el fondo de la panza que jamás sería capaz de explicar con palabras, pero qué estaba ahí, ardiente, picosa, movida, marcando cada uno de sus latidos acelerados y haciendo que su nariz se pusiera roja al pensar en todas las cosas que su cerebro de adolescente criado bajo la idea de que "el sexo es solo para reproducirse y mantener nuestro apellido" maquinaba por segundo.
porque Draco Malfoy era raro, raro como un pato con sombrero y pajarita, pero esa rareza tan bien oculta y disimulada bajo su personalidad de Chihuahua con frío le movía hasta el nombre al pobre jovencito rizado que no sabía con quién se estaba metiendo cuando decidió besar al dueño de la mansión Malfoy en su propio jardín en frente de un rosal bajo la luz de la luna.
al final siempre hay un roto para un descosido, quería creer Merlín, Dios, buda o la deidad divina a la que se le ocurrió juntar los caminos de dos raritos incomprendidos a sus flamantes 15 años, uno caprichoso y fetichista, y el otro medio Lelo medio autodestructivo, como toda buena pareja adolescente y todos los traumas que a estos les faltaban desarrollar.
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bien, convengamos que decir que "Draco Malfoy es un raro fetichista" sin aportar pruebas no es la mejor manera de presentar información, pero bueno, es difícil meterse en la mente y el cuerpo de este jovencito tan cerrado y mañoso, como todo raro, claramente.
