Parte I: Capítulo dieciocho.

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XVIII

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XVIII. Feliz navidad, tonta

Montecarlo;
Mónaco, 2019.


Observo desde el sofá mi pequeño y feo arbolito navideño que armé días atrás y me sumo en la melancolía pensando en que es la primera vez que estoy sola durante estas fechas. Bueno, técnicamente cuando fui a estudiar al extranjero nunca tuve la oportunidad de volver a casa durante las fiestas; sin embargo, la situación es muy diferente ahora. Antes, a pesar de la distancia, con Bianca nos enviábamos pequeños regalos y durante la nochebuena hacíamos videollamadas por horas, hablando y viendo películas juntas. Ahora me queda vivir solo con el recuerdo dado a los claros errores que cometí.

Y con Charles... ¡Ay Dios! Con él todo es aún muy confuso. Apenas he sabido de él desde aquella noche en que todo se supo. De todas maneras no puedo culparlo, lo entiendo. No es fácil lidiar con una situación como la nuestra, menos cuando se ve afectado por las constantes amenazas de Bianca acerca de que va a delatar lo que sucedió a los medios y así lo arruinará. Parecerá poca cosa para un deportista, a veces pensaba que a los fanáticos de la Fórmula 1 no les importaría si su piloto favorito comete errores en su vida personal, pero estaba muy equivocada, al parecer apuntar decisiones o situaciones personales fuera de las pistas es algo muy usual.

Me siento sobre mi cama y enciendo mi laptop para ver una película. En casa era una tradición ver películas navideñas en nochebuena y necesito sentirme cerca de mi familia aunque no lo merezca. La elegida esta vez es "El Grinch", mi película favorita.

Casi media hora más tarde, unos golpes en la puerta llaman mi atención y me levanto rápidamente a abrir la puerta.

—¡Por fin encontré tu maldito departamento! —me dice Gianna, con su mal humor de siempre y casi sin poder respirar— ¿Por qué se te ocurrió vivir en el sexto piso de un edificio que no tiene ni ascensor?

Me sorprendo de verla y en un impulso la abrazo. Apreto su delgado cuerpo contra el mío, mientras ella batalla para soltarse, acomodando su ropa y su hermoso cabello rubio.

—Me asfixias —se queja, aunque puedo ver un destello de sonrisa cruzar por su rostro.

—Lo siento. Jamás pensé decir esto, pero te extrañé.

—Te entiendo. Me pasa lo mismo.

Sonrío al escuchar su comentario y me hago a un lado para que entre. Observa con detenimiento cada rincón de mi pequeño hogar y sé que está juzgando todo. Probablemente está pensando que ella podría mejorar todo aquí.

—¿Cómo está Bianca?

Ella se gira hacia mí antes de responder— Mal. Aún sigue llorando.

Siento una punzada de dolor en el pecho al escuchar su respuesta.

—Gianna, yo no quise. De verdad yo...

—La verdad es que no me interesa lo que hayas hecho. No vine aquí por eso.

¿Cómo evitar un amor prohibido? Donde viven las historias. Descúbrelo ahora