Cap. 4 | Firme aquí.

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Hot Pants se encontraba en la recepción, delante de Diego Brando. Ella le miraba con desgano, su rostro realmente no expresaba mucho. No fue a visitar a Gyro como había pensado hace apenas dos días pero, sin duda, lo que llevó a cabo fue mil veces mejor.

—¿Qué quieres? –preguntó Diego, confundido por la repentina visita de la inquilina.

—Quiero que vayamos con Gyro y lo saques de este edificio de una buena vez. –respondió Hot sin darle muchas vueltas al asunto.

Dio rodó los ojos, como todos los días. Esa charla ya se había tocado un millón de veces, odiaba tener que repetir las mismas palabras siempre que le pidieran sacar al italiano de su casa.

—Vete, ya sabes que no lo haré. –le dió la espalda disponiéndose a retirarse al segundo piso, pues una mujer de la tercera edad le había solicitado su ayuda con algo relacionado a la electricidad.

—Hey, espera. –Pants le tomó del hombro y le entregó una hoja llena de firmas, todos los inquilinos a excepción de dos habían dado su consentimiento sobre echar a Zeppeli de su apartamento.

Diego lo vió de reojo, le sorprendió de primera mano que la americana pudiese juntar tantas firmas, pues en la mayoría de ocasiones que quisieron hacer algo parecido, la mitad de los vecinos no firmaban por cualquier razón estúpida, ¿Ella había podido persuadirlos o los obligó? Pues, sin mucho qué hacer para salvar al italiano, Dio suspiró molesto y se cruzó de brazos luego de regresarle la hoja de firmas.

—¿Y qué se supone que haga? ¿Devolverle el dinero que pagó? –Hot asintió. —Estás loca, además, no veo por razón para sacarlo, ya no ha ocasionado problemas estos últimos días. Recuerdo haberle dado un ultimátum... Y no ha roto su promesa de comportarse.

—En eso estás equivocado, Diego. Tú mismo dijiste que Gyro fue quien le robó la silla de ruedas a Johnny, ¿Esa no es una violación a su acuerdo? –el rubio no respondió. —Johnny es alguien muy amable, ¿Por qué dejarías pasar que le hicieran algo como robarle su único medio de transporte?

La joven tenía un punto y eso golpeaba el orgullo de Diego Brando.

—Tú bien sabes que yo ya habría echado a patadas a Gyro si fuese decisión mía... –empuñó la mano izquierda.

—¿Y por qué no lo haces? –cuestionó Pants claramente irritada de tener que extender esa charla.

—Porque no es algo que pueda hacer. –el británico suspiró. —A pesar de las firmas, el único que me puede autorizar si Gyro se va o no es el dueño del edificio... Y él me dijo que no lo echara, ¿Estás contenta de escuchar que soy una marioneta?

Nuevamente se encaminó a la escaleras al igual que otra vez fue detenido por la misma mujer. Ya se le estaba acabando la paciencia, exponer lo poco autoritario que era en el edificio no le gustaba, era como una humillación para él.

—Házlo por Johnny... –Diego se sorprendió de sólo escucharla y sus hombros y rostro se relajaron de una extraña manera.

—¿Y por qué lo haría por Johnny? –preguntó él.

—Mira, no he convivido mucho con ese chico pero vive justo enfrente de ese imbécil. Ya le robó la silla y le golpeó... Porque, por si no sabías, Beerlin me dijo que lo golpeó. –pausó. Aquello último fue mentira, pero, como supuso, Dio estaba reflexionando al respecto.

Era la hebra débil del portero. Por razones hasta ese momento desconocidas, él tenía la intención y la valentía de hacer cualquier cosa por el joven Joestar, podía ser el amor a primera vista, su deber como cuidador del lugar o tal vez mera lástima por ser un discapacitado. Hot Pants lo averiguaría con fines de joderle, como si habláramos de una pelea entre hermanos. Con el propósito de generar una atmósfera más dramática, la estadounidense tomó del hombro a Diego e hizo que le viera.

No te defiendas [GyJo]Where stories live. Discover now