ix.

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El sonido de la puerta abriéndose fue suficiente para que todas las miradas se posaran en mi. Sonreí con calma, caminando hacia la entrada de la habitación con un paso firme. Alcanzado mi objetivo, suspiré profundamente, y con decisión levanté la mirada hacia el resto.

-Acabemos con ese hijo de puta. —Aquella frase eliminó toda la tensión acumulada de la sala. Los chicos me respondieron con una sonrisa orgullosa, empezando a debatir sobre distintos planes. Sentí como alguien me daba un pequeño apretón en el hombro, como si quisiera transmitir que estaba orgulloso de mi. Giré mi cabeza con delicadeza, encontrándome a Eddie, quien respondió solamente con una pequeña sonrisa.

Podía jurar que sus ojos se habían vueltos más brillantes, como si algo dentro de su forma de ver el mundo hubiese cambiado con solo la pequeña charla que habíamos mantenido en la habitación. O tal vez, algo había cambiado dentro de su forma de verme a mi. Y, si soy sincera, estaba pidiendo a gritos que fuera esa última idea.

-Fijaos en esta tienda. The War Zone. — Eddie dejo reposar en la mesa la guía de teléfonos, señalando uno de los anuncios. — He ido una vez, es enorme. Tiene todo lo necesario para...bueno, matar cosas.

-El Rambo de pega va bien armado. —Comentó Robin con cierta ironía.— ¿Eso es una granada? ¿Acaso es legal?

-Por suerte para nosotros, sí. Este sitio está a las afueras de Hawkins, iremos por carreteras secundarias para evitar a la policía y a los paletos cabreados.

-Para evitar a los paletos cabreados es mejor no ir a este tipo de tiendas. —Contestó Erica a Eddie, con su reconocible sarcasmo.

-Te daría la razón, pero necesitamos armas. Así que, habrá que arriesgarse. —Suspiró Nancy, cruzándose de brazos.

-Pero nos llevará todo el día ir y volver en bici.

-¿Quién dijo que iríamos en bici? —Eddie giró su cuerpo hacia Dustin. Steve miró al de cabello largo con cierta incertidumbre, al igual que la mayoría de nosotros después de escuchar aquella contestación.

-¿Tienes coche y no has dicho nada? —Preguntó Steve, intercambiando ahora miradas con Eddie.

-Técnicamente no es un coche, Steve. —Le dedicó una sonrisa ladina a Steve.—Y tampoco es mío, pero...servirá.—Aquello sonaba más a "vamos a robar una caravana o camión". La verdad que, en este punto de mi vida, nada me iba a sorprender.

-Oye, pelirroja junior. —Sonreí ampliamente al escuchar como Eddie había apodado a mi hermana.— ¿Tienes un pasamontañas, un pañuelo o algo así para taparnos la cara tu hermana y yo?

Max reflexionó por varios segundos aquella pregunta, hasta que de repente su rostro se iluminó. Oh no. Si estaba pensando en lo mismo que yo, era momento de decirle adiós a mi dignidad y hola a las caretas de Halloween que guardaba en una caja de disfraces.

Efectivamente, ahora Eddie y yo nos encontrábamos liderando el grupo con nuestros rostros cubiertos por máscaras. En realidad era Eddie quien nos guiaba, pero si voy a estar con esa careta, al menos quiero llevarme algún mérito. Lo seguimos hasta una caravana. Este abrió una e las ventanas sin dificultad alguna, entrando así en el vehículo. En fin, si no me arrestan por un asesinato que no hice, será por asaltar la caravana de alguien.

Una vez dentro, me quité la máscara, la cual llevaba un rato agobiándome al no poder respirar con facilidad. Junto a Steve ayudé a los demás a subir, mientras que Eddie se encargaba de echar el cerrojo para evitar que pudieran entrar. Después se sentó en el asiento del piloto, por lo que Steve y yo nos acercamos a ver que tramaba. Eddie tiró de lo claves, mientras sujetaba los alicates con la boca. Okay, no sé como, pero aquello le hizo verse mucho más atractivo. Sentí como Steve me daba un leve codazo, dedicándome una sonrisa divertida al notar como estaba mirándolo.

SWEET CHILD O'MINE | EDDIE MUNSONWhere stories live. Discover now