-¿Ves a la luna, y a esa estrella a su lado?
-Sí...
-Somos nosotros, en donde tú, eres la luna...
-¿Por qué?
-Porque eres mi planeta más hermoso
✨ Historia totalmente mía
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✨ Actualizaciones cada Viernes ^^
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Como ver a su postre favorito, así describiría esa emoción que sintió al despertar, el porqué no lo sabía, pero de lo que si estaba seguro era de que su ánimo estaba hasta el cielo; la noche anterior no había podido dormir con calma por lo que prefirió ver un anime divertido junto con Yunho. Su velada no fue aburrida, sino más bien divertida debido a varias cosas que hacía y decía su mayor; inventar historias de terror y terminarlas con una frase divertida, era la especialidad del peliazul.
Bajó hasta la cocina y tomó un poco de cereal con leche, para luego volver a su habitación; Yunho estaba durmiendo así que, era mejor no hacer ruido y dejar que descansara. Ya en su cuarto, miró su teléfono y sonrió al ver la hora, la cual indicaba que tenía que ponerse lindo para ir con Yunho a donde le había dicho. Yendo hasta su armario, tomó el primer conjunto lindo que vio: una playera blanca con un estampado de gatitos, pantalón y chamarra de mezclilla, y unos tenis blancos. Luego de vestirse miró su reflejo en el espejo de cuerpo completo que estaba al lado de su cama, se echó un vistazo rápido y rió con nervios, se veía chistoso, pero lindo, aunque no del todo. Ya listo, se encaminó con cuidado a la habitación de huéspedes, en donde su amigo seguía durmiendo a gusto, se acercó a él, se colocó de cuclillas, colocó sus dos manos sobre la cama y posó su mentón sobre ellas, de esa manera Yunho lo vería primero así que, con paciencia, se quedó esperando mientras recorría con su mirada cada facción del rostro contrario; tenía unas pestañas un poco largas y delgadas, una nariz bonita y unos labios bien cuidados además, su piel parecía de porcelana, era brillante y firme. Tratando de no despertar a su mayor, llevó una de sus manos al semblante tranquilo de Yunho para poder tocar delicadamente una de sus mejillas, las cuales le llamaban mucho la atención.
Al tocar la piel del mayor, pudo sentir como si una corriente eléctrica le recorriera de pies a cabeza sin piedad, su corazón latía con velocidad y sus dedos temblaban cuál gelatina. No estaba acostumbrado a tocar el rostro de las personas, sin embargo, la piel del peliazul tenía algo que le gustaba. Mientras continuaba soltando pequeñas risas y apretando muy poco las mejillas del contrario, sintió una mirada fija en él, una que le hizo detener su acto y prestar atención al dueño de la misma; Yunho había abierto los ojos y estaba en total silencio, dejando al menor que jugara con su cara.
-Yo no hacía nada, tenías un bicho -habló el pelicafé mucho antes de que el más alto le hiciera alguna pregunta. -Este... ¿A dónde iremos? -dijo para tratar de ocultar sus nervios.
-¿Bicho? -el menor asintió ante la duda de Yunho. -Que raro, yo no veo nada -sonrió.
-¡Salió volando...! Sí, eso, ¡Voló! ¡Se fue! -exclamó con voz temblorosa, vaya que sus nervios le estaban traicionando bastante.
