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-¿Tú crees que si fingo un calambre el Capitán América me recogerá estilo princesa?- pregunte hacia Sam. Hace tiempo este chico rubio y alto nos ha estado haciendo carrera trotando. La verdad yo creo que era el Capitán América, osea, ¿qué otra persona podía correr 10 vueltas en 2 minutos?
-¡ya te he dicho que no es el Capitán América!- yo solo bufe ante su respuesta, era claro que el chico que era Steve Rogers. -vale, pero cuando tenga su número no quiero que te arrastres a mi para pedirmelo-
Empecé a correr esta vez, para que el no pueda atraparme.
-¡¿POR QUÉ NECESITARIAS SU NÚMERO?!- se que venía corriendo hacia mi, si quería ganarle tenía que apresurarme.
Aunque antes de cualquier cosa escuche un "a tu izquierda" atrás mío. Sabia que era él. Esto sería divertido.
Cuando escuché sus pisadas rápidas llegando hasta mi, desacelere mi ritmo para que el pudiera alcanzarme con facilidad. -a su izquierda, señorita- cuando llegó a mi lado reí por la formalidad. El me lanzó una mirada confundida. -a su derecha, soldado-
Y con eso dicho empeze a correr con toda mi velocidad y con todo el desayuno que había tenido anteriormente. Lo rebase rápido, aunque la carrera estaba empatada. El aveces me miraba confundido. Se que no se esperaba esto.
-¡Hasta el monumento!- -¡Quien llegue primero tiene el placer de poder pedirle o burlarse del perdedor todo lo que quiera!- El capitán asintio al instante y trato de pasarme.
El monumento no estaba lejos, pero tengo que admitir que es cansador correr tanto. Hasta su cara lo decía.
Lo mire una vez más antes de tropezarme con mis cordones y caer al suelo. Eso dolió bastante.
Steve se detuvo y vino hacia a mi. -¿estás bien?- lo mire con una mueca dolorida. La misma pregunta me hago yo, ¿lo estaba?
-eso creo- el me ofreció su mano para ayudar a pararme, mmhm, sus manos eran suaves.
-gracias- le dije con una sonrisa, admirando lo al mismo tiempo. Capitán América siempre fue un héroe muy importante en mi vida, el me había ayudado a entrar al ejército. El era como yo, bueno fue.
Antes de que el me dijera algo más lo empuje levemente hacia atrás para volver a correr hacia el monumento que estaba a menos de 70 metros de nosotros. Desde lo lejos se escuchó su grito frustrado.
Me permití reír fuerte cuando llegue al objetivo. Pude ver su cara de disgusto y gracia. Eso solo me hacia reír aún más.
Mientras me burlaba de él, una risa salió como la de un cerdito. Ante eso me tape la boca con rapidez y deje cualquier acto que se relacionaba con molestarlo.
