32.-James B. Barnes

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Nuevamente se encontraba James sentado en la silla cerca del balcón.
Solo veía pacífico a la gente caminar y la luna irse con lentitud.

Y digo nuevamente porque no es ni la segunda, ni tercera o cuarta vez que esto pasa.

James siempre supo que lo que hizo no se olvidaría con facilidad, incluso la había aceptado. Pero, últimamente más recuerdos han surgido en cada sueño—más bien pesadillas—.
Y no había manera de detenerlos.

Las primeras noches tuvo que quedarse en el baño, por si algún ataque de pánico llegaba.
Siempre lo hacían.
No había pasado noche que no hubiera tenido uno; más que uno, en realidad.

Estaba tan desesperado, que hasta fue con Wanda, para preguntarle y rogarle por ayuda.
La bruja había accedido, aunque nada dio resultado.
Ya estaba dándose por vencido, cuando una frase dicha por Steve cambió esa mala racha.

—"Encuentra algo por lo que morirías y vive por ello"—

Técnicamente no lo había dicho Steve, mas bien lo había leído de una obra sobre la cual Peter tenía que hacer un proyecto, pero el crédito seguía ahí.

Tampoco fue eso lo que le dio la idea en realidad. Eso fue solo un empujoncito a su salvación.

Ella.

James sabía bien lo que sentía por ella. Él sabia el efecto que tenía sobre él, mas ella parecía ignorarlo o simplemente no lo notaba.
Sin embargo, nunca había intentado nada al respecto; temía el ser rechazado y no poder siquiera entablar una conversación agradable con ella.
Temía el perder otra persona a la cual quería con locura.
Y el no estaba dispuesto a perderla.

En verdad, hizo todo lo que pudo para olvidarse del sentimiento al principio.
Pensó que todo sería más fácil si la dejaba de lado, y no la entrometia en sus asuntos amargos.
Pero todo se fue por el caño en Año Nuevo.
Había sido una linda fiesta y todo, pero la proximidad entre estos dos era algo para no perderse.

La charla fluyó toda la noche sin problemas, e incluso James sintió una conexión más allá de lo laboral con ella.

Y al final de la noche la charla fue profundizandose más, hasta el punto de que James ya no tenía nada que ocultarle.
Le había dicho cosas que ni siquiera Steve sabía.
Algo de lo que se arrepintió con rapidez.

Se había encariñado. Mucho.
Ese no era el plan.
Pero el no se culpaba. Culpaba al olor a lavanda que tenía su pelo, a las dulces sonrisas que no dejaba de mostrar cuando el estaba cerca, el brillo de sus ojos cuando hablaba de algo que le apasionaba; y su amoroso abrazo de feliz año nuevo, que el noto fue más largo que cualquiera de los otros.

𝐌 𝐀 𝐑 𝐕 𝐄 𝐋 - Oɴᴇ SʜᴏᴛsWhere stories live. Discover now