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NERVIOS DE ACERO

LA DIFICIL MISIÓN DE JAMES POTTER.


Decir que estaba nervioso era poco, sus manos tiritaban en sus bolsillos aun cuando las mantenía cerradas en puño para evitar el temblor, también se sentía sudar muchísimo, aunque estaba casi seguro de que aquello era más producto de su mente que un hecho mismo.

Él no sabía si Severus iría hasta donde le había citado, el chico ni siquiera había respondido la nota, aun así, James no perdía la fe y hasta se había preparado en caso de que el Slytherin apareciera, más que nada lo había hecho para hacer sentir seguro a Severus, porque joder, odiaba de sobremanera que él le temiera, aunque sabía que no era algo injustificado.

Se paseo un poco sobre el metro cuadrado en el que estaba parado, intentando regular su respiración para así mantenerse en calma. El sonido de la puerta abriéndose lo hizo girarse casi en un parpadeo.

La delgada figura de Severus estaba de pie en el marco de la puerta, su cabello negro se encontraba suelto y escondido tras sus pequeñas orejas, traía puesto su uniforme de Slytherin que era un poco grande para él y su piel pálida seguía con ese color enfermizo que le indicaba a James que el muchacho no había estado comiendo debidamente. Elevo su mirada hasta los oscuros ojos ónix, estos se encontraban mirando alrededor con inseguridad, por unos segundos se sintió completamente atrapado por ellos.

—Pensé que no vendrías. — murmuro sin tener idea de que otra cosa decir.

Severus se removió un poco en su lugar, seguramente incomodo por la situación.

—Esto es una mala idea... Debería irme.

El pánico que invadió a James fue casi inmediato, avanzó un paso hacía la figura del Slytherin quien no dudo en retroceder igual de rápido de lo que él avanzo. El Gryffindor se golpeó mentalmente por ser tan brusco alrededor de Severus.

—Lo siento, lo siento, no quería asustarte. — trato de sonar lo más suave que podía mientras avanzaba otro paso, para su suerte esta vez Severus no retrocedió. — Sé que es difícil que confíes en mi y probablemente te haya pedido mucho, pero estas aquí. Por favor dame la oportunidad de decirte lo que quiero.

El pelinegro aun estaba en el marco de la puerta, más afuera que dentro del aula, su cuerpo se notaba tenso y James estaba entrando poco a poco en la desesperación sin saber que hacer.

—Sacaré mi varita ahora y te la daré. ¿Está bien?

—¿Por qué me darías tu varita? —preguntó con lo que James pudo identificar como incredulidad.

—Quiero que sepas que no te atacaré. — sonrió sin mostrar los dientes, aunque parecia más una mueca que una sonrisa. — Quiero que te sientas seguro estando conmigo...

El más bajo asintió dando su aprobación para el siguiente movimiento. James sacó su varita desde el interior de su túnica, con una lentitud que jamás había empleado antes, y se la tendió a Severus tal y como le había dicho, el pelinegro la tomó dudoso.

—Quiero enseñarte algo más, aunque para ello necesito que te acerques. —James casi botó todo el aire de sus pulmones en alivio cuando Severus se acerco hasta él. Sacó a la vista entonces aquel pergamino que les había salvado el cuello más de una vez. — Este es el mapa del merodeador, te muestra cada habitación y pasadizo en el castillo, también te deja ver a en tiempo real donde está cada estudiante y profesor dentro de los terrenos.

James abrió el pergamino bajo la impresionada mirada del Slytherin, algo en su interior se removió ante ello, encantado con ser observador de la fascinación que se reflejaba en el pálido rostro.

Salvando a un Desgraciado Slytherin #2Where stories live. Discover now