XVII

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T/N


"¿Es que no se le acaban nunca las rocas?" murmuró Percy.

"¡Nademos hasta el barco!" dijo Grover.

Él y Clarisse se zambulleron entre las olas. Annabeth se agarraba del cuello de Clarisse e intentaba nadar con un brazo, aunque el peso del vellocino la abrumaba.

Pero lo que le interesaba al monstruo no era el vellocino.

"¡Tú, joven cíclope!" rugió Polifemo "¡Traidor a tu casta!"

Tyson se quedó helado.

"¡No lo escuches!" le dije "Vamos."

Tiré de su brazo, pero era como tirar de una montaña. El se volvió y encaró al viejo cíclope.

"No soy ningún traidor."

"¡Sirves a los mortales! ¡A ladrones humanos!" gritó Polifemo, y le arrojó la primera roca.

Tyson la desvió con el puño.

"No soy traidor." dijo "Y tú no eres de mi casta."

"¡Victoria o muerte!" Polifemo se adentró entre las olas, pero aún tenía el pie herido. Dio un traspiés y cayó de cabeza. Habría sido muy divertido si no hubiera empezado a levantarse otra vez, escupiendo agua salada y soltando gruñidos.

Este tipo era más molesto que un mosquito.

"¡t/n ! ¡Percy!" chilló Clarisse "¡Vamos!"

Ya casi habían llegado al barco con el vellocino a cuestas. Si conseguíamos distraer al monstruo un poco más...

"¡Sigan!" nos dijo Tyson "Yo entretengo al Gran Feo."

"¡No! Te matará." protestó Percy

Ya habíamos perdido a Tyson una vez. No queríamos perderlo de nuevo.

"Lucharemos juntos." propuse.

"Juntos." repitió Tyson, asintiendo.

Saqué mi espada y Percy destapó su bolígrafo.

Polifemo avanzaba despacio, cojeando cada vez más, pero no tenía ningún problema en el brazo. Nos arrojó la segunda roca. Me lancé en plancha hacia un lado, pero me habría aplastado igualmente si Tyson no hubiese hecho añicos la roca con el puño.

Percy le ordenó al oleaje que se levantara y a continuación una ola de seis metros lo alzó en su cresta.

Cabalgó sobre ella hacia el cíclope, le dio una patada en el ojo y saltó por encima de su cabeza aterrizando a mi lado.

"¡Te destruiré!" farfullaba Polifemo "¡Me has robado el vellocino!"

"¡Fuiste tú el que robó el vellocino!" grité "¡Y lo has convertido en una trampa mortal para los sátiros!"

"¿Y qué? ¡Los sátiros son buena comida!"

"¡El Vellocino de Oro está hecho para curar!" intervino Percy "¡Y pertenece a los hijos de los dioses!"

"¡Yo soy hijo de los dioses!" Lanzó un golpe, pero nos corrimos a un lado a tiempo "¡Padre Poseidón, maldice a estos ladrones!"

Ahora parpadeaba sin parar, como si apenas viera nada, y me di cuenta de que apuntaba guiándose por el sonido de nuestra voz.

"Poseidón no va a maldecirnos." Percy dio un paso atrás y el cíclope aferró un puñado de aire "Yo también soy su hijo. Él no va a favorecer a ninguno de los dos."

ᴘᴇʀᴄʏ ᴊᴀᴄᴋsᴏɴ: ᴍᴏɴsᴛʀᴜᴏsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora