XXIV

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La comodidad del sillón se debió exclusivamente a la insistencia de Minho por abrazar a Jisung mientras dormían. Habían cosas que el tiempo decidió no tocar, pues aunque el cuerpo entero del bastardo pedía un segundo de piedad, el deseo de su corazón por tener a Jisung a tan solo unos centímetros de él era aún más grande. Y aún así, con falta de espacio, heridas superficiales y un viejo almohadón de tela, Jisung y Minho durmieron como si el mundo entero estuviera esperando que cerraran los ojos para silenciarse.

Jisung fue el primero en levantarse, la preocupación por asegurarse de que Minho aún respiraba o que nada había sido un sueño fue su impulso a hacerlo. El brazo de Minho estaba rodeando su cintura para evitar que se cayera del sofá. Una manta fina cubría la extensión de sus cuerpos hasta los tobillos. Jisung se dejó hundir en el pecho de Minho unos segundos antes de decidir que debía levantarse.

Los segundos fueron horas, realmente adoraba ese lugar. La famosa paz luego de una tormenta, ya no era la situación lo favorable, aún había una guerra colgando de un hilo, pero Minho estaba ahí, vivo y amándolo. La mitad y más de los problemas se fueron en un beso, dos suspiros enamorados y un latido fuerte del corazón revolucionario.

Se levantó con pesadez, asegurándose de que la manta seguía cubriendo el cuerpo herido de Minho. El señor Ling los había dejado apenas volvieron a entrar a la cabaña, lanzó un par de comentarios divagando entre pensamientos y se retiró a Alsanne. Jisung agradecía que la cabaña seguía estando igual que dos años atrás. El pasado se sentía en cada esquina, pero era distinto. Definitivamente era diferente.

Se acercó al piano, acarició su madera vieja y abrió las cortinas para que los girasoles dieran los buenos días correspondientes. Ordenó algunas mantas y se dispuso a preparar algo para desayunar, pero solo sabía preparar té, galletas de vainilla y café.

Encontró una bolsa con granos de café y creyó que sería prudente darle una oportunidad a sus escasos dotes culinarios, pero antes de poder tomar acción, Minho se removió en el sillón y toda su atención fue hacia el pelinegro de notorias muecas mañaneras.

—¿Qué haces parado? —preguntó Minho, arrastrando sus palabras con sueño.

—Los humanos tienen esa habilidad, ¿sabías? Podría estar así por un rato largo. —Jisung se apoyó en una columna de madera dentro de la cabaña y miró a Minho suspirar con una sonrisa.

—¿Pero por qué te has ido tan lejos? —Minho abrió los ojos con pesadez. Jisung quiso conservar esa imagen en su mente por años e incluso vidas—. Ven aquí, cobarde. No huyas de mí.

—¿Podría siquiera intentarlo? —Jisung se acercó a hacerse un lugar nuevamente en el sillón.

—No llegarías muy lejos. Físicamente podrías irte las veces que quieras, pero tú corazón está sujeto al mío por la eternidad. Lo siento, niño de oro. Tus actos tienen consecuencias. —Minho abrazó a Jisung bajo la manta con fuerza, como si alguien quisiera quitárselo—. ¿Enamorar a un bastardo? Grave error.

—¿Cómo están tus heridas? —Jisung cerró los ojos al sentir el calor de Minho.

—Duelen cada segundo más, quizás muera en las siguientes dos horas.

—¿Alguna vez dejarás las bromas de lado? —Jisung alzó la mirada para ver a Minho somnoliento a solo centímetros de él.

—La seriedad no venía con el combo de la belleza y el buen uso del lenguaje.

—Te ves mejor —afirmó Jisung, acariciando con sus dedos un corte en su mejilla—. ¿Uso una daga?

—Un cristal roto. —Jisung abrió los ojos con espanto, Minho apretó los labios ante ese reproche visual—. Está bien, no duele. No soy una persona que disfruta guardarse las opiniones, y la adrenalina por haber bailado con el girasol más bello del campo minutos antes solo aumentó mi deseo de gritarle un par de cosas. Entenderás que lo hice enojar. La seriedad no es lo mío, pero Reeve carece de humor.

Golden Raven - [Minsung] [2do Libro || "La Revolución De Girasoles"] [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora