III

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"Era obvio que tener tanta responsabilidad y presión siendo un niño, en algún momento me haría explotar".


Había pasado toda la noche con mi madre. Estuvimos en la ventana esperando a mi padre, hasta que mamá se durmió y la llevé a la cama. Pasé toda la noche vigilando y esperando a que mi padre regresara, pero eso nunca sucedió.

Ambos nos habíamos quedado completamente dormidos hasta que, a la mañana siguiente, sentimos cómo tocaban a la puerta de la casa con desesperación.

—Yo voy, no te preocupes —susurré a mi mamá y le di un beso en la mejilla.

Era claro que no era mi padre, porque él no tocaba a la puerta y, si lo hacía, no tocaba de esa forma. Al abrir, encontré a mi peor pesadilla frente a mí. La manada entera reclamaba el hecho de que mi padre, junto a los demás que habían ido con él no habían llegado.

—¿Dónde están nuestros guerreros y nuestro Alpha?

—¿Por qué se demoran?

—Algo malo pasó, ¿cierto?

—Han pasado muchos días. ¡Queremos una respuesta!

Yo me había quedado paralizado mientras intentaba escuchar cada una de sus preguntas, pero eran demasiadas a la vez. Intenté responder, pero cada vez que abría la boca no me salía una sola palabra. Yo no tenía idea de qué pasaba; estaba igual o peor que los que habían venido a reclamar como si fuera culpa mía, o así se sentía.

—Él no sabe nada, yo tampoco —dijo mi mamá en un hilo de voz, asomándose detrás de mí—. Estamos igual que ustedes. Conociendo a mi esposo, solo hubo un contratiempo y debe estar a punto de llegar

Se le notaban las ojeras por no dormir bien en días. Tenía los ojos hinchados de tanto llorar y un aspecto más pálido que de costumbre. Estaba débil, demasiado débil como para enfrentarse a todas estas personas.

—Si no pasa nada, ¿por qué se ve tan mal? —preguntó alguien, haciendo que mi mamá agachara la cabeza, sin saber qué responder. A mi madre, igual que a mí nos trataban distinto a cuando mi padre estaba presente y más si estaban molestos. Si mi padre estaba a su lado o cerca, la trataban con respeto y amor, pero en cuanto mi padre se iba, algunos se ponían hostiles, ella culpaba a su naturaleza de odiar a los vampiros a muerte y nunca le decía nada a mi padre.

Entonces comenzó la guerra de preguntas. Incluso algunos quisieron entrar a la casa, como si eso les fuera a dar otra respuesta más que la que tenían enfrente.

—¡Dejen a mi madre en paz! —grité al ver que la reacción de ellos la ponía peor—. Nosotros no tenemos idea de que está pasando. Ella está así porque nunca ha estado tanto tiempo lejos de mi padre, y ustedes saben que su lazo es especial por ser tan diferentes. Ella no tiene nada que ver con esto; si tienen algún problema, resuélvanlo conmigo. Ya les dije la respuesta que tengo: no sé, no conozco la razón de la demora, pero seguro tienen una buena excusa y todo está bien. Vayan a sus casas y no vuelvan más. Cuando tenga noticias, se los diré sin importar la hora que sea. Gracias. —Cerré la puerta, alterado.

Nunca nadie me había visto o escuchado levantar la voz. Yo tenía el corazón a mil por hora. Ellos estaban estáticos y asustados por mi reacción. Mi madre me miraba asombrada, como si acabara de pasar algo que nunca había esperado ver.

Siempre había preferido mantenerme con un perfil bajo, sin llamar la atención de nadie en la manada, o por lo menos eso intentaba. Hablaba con un tono de voz bajo cuando no me quedaba más remedio. Casi nunca me negaba ante las peticiones de los demás y hacía lo que fuera mejor para ellos, pero esta vez no podía hacer eso, ni dejar que siguieran provocando que mi mamá se sintiera peor, como si ella tuviera la culpa. Nunca la había visto tan mal y no debía permitir que su estado empeorara.

Sangre MestizaWhere stories live. Discover now