Abstinencia

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Pasaron los días y tratar de mantener las distancias me suponía cada día un reto más. 

La deseaba con desesperación.

  Luego de saber que era tener su cuerpo, no podía cerrar los ojos, ya que las imágenes de ella desnuda, envuelta por la bruma del placer, me golpeaba y me hacía desear con más ímpetu.

Mi hermano seguía creciendo y me ayudaba a despejar todo pensamiento mientras estaba con él.  Lo adoraba.

Era el aliciente que necesitaba,  pero a un hermano, y mucho menos bebé,  se le pueden hacer las cosas que quiero hacerle a ella.

A mi Evangeline.

-Matt, no puedes hacer eso. Debes dormir ahora- dije mirando a mi pequeño hermano.

Mi padre ni siquiera se preocupaba por llamarme y saber de él.

Lo vi mirarme fijamente.

Hoy estaba más travieso que nunca.

Parecía que lo hacía a propósito.

Lo tomé en brazos me puse a la tarea de pasarlo por todo el apartamento.  Me acerqué al ventanal y me quedé mirando. Deseaba poder estar con Eva.

Formar una familia con ella.

Pero ella necesitaba sanar y yo era, hata ahora caía en cuenta, muy celoso.

El sólo imaginar que ella hubiese estado con otro hombre me volvía loco de los celos.

Y tras eso habían tenido un hijo.

Ella de seguro no lo había olvidado.

Suspire.

Cuando fui a ver a Matt, estaba dormido.

Por lo menos sabía que él estaría a lo poco dieciocho años junto a mi.

********Dos semanas después...

Ya no podía más.  No.

Era insostenible esta situación.  Deseaba a Eva con todas mis fuerzas.  Necesitaba estar dentro de ella o abrazarla teniendo la seguridad de que no se iría de mi lado jamás.

Estaba en la oficina y Matt estaba durmiendo.

En mis manos tenía la invitación a la convención anual de no se qué.  El punto es que debía ir y necesitaba una acompañante.

Evangeline podía ir conmigo,  pero sería una distracción.

Y tentación.

La llamé y en ese momento a Matt se le ocurrió ponerse a llorar, clamando comida.

Fui a la habitación y lo tomé en brazos. Busqué en la bolsa de viaje la leche fórmula y salí de la oficina.

Por el camino me tropecé y se me cayó el envase quedando toda la leche esparcida en el suelo.

-¡A la puta madre!- gruñi y Matt lloró con más ganas.

-¿Señor? - la escuché decirme.

La miré.  Hoy estaba muy hermosa.  Tenía un vestido de color blanco y tirantes grises.

Una diosa.

-Por favor llama a los de limpieza y que arreglen este desastre mientras yo voy al super- Matt no se calmaba y me estaba impacientando.

-Está bien- salió de la oficina y yo tomé mi billetera.

Acomodé a Matt en mi hombro y salí por la puerta.  Me encontré con Amada en el camino.  Ella era la secretaria de presidencia.

-Señor,  el Presidente de Int. S.A. ya llegó y lo espera en la sala de juntas- puse los ojos en blanco y busqué a Evangeline con la mirada. La vi hablando con el de limpieza.

Caminé hasta ella y le di a Matt.

-Cuidalo y por favor pide que traigan su fórmula.  Sólo dale seis onzas, no más- tomé los folderes que me tendía Amanda.

Fui a mi reunión.

******

La reunión había sido un éxito, ahora me encaminaba a mi oficina para ver a mi hermano.

Llegué a la habitación y me encontré a un Matt dormido en el pecho de Eva.

-Espero no te moleste,  le di pecho. Tenía mucha leche y ya me dolían,  Juro no volverlo a hacer- sonreí.

-Muchas gracias y no te preocupes- la miré de arriba a abajo.  Estaba exquisita.

-Ok- desvió la mirada-. ¿Listo para el viaje de la convención?

- Si. Creo que es mejor que vaya Amanda conmigo- su mirada se entre cerró.

Era lo mejor.

Además la convención era en Suiza y no podía llevarla a un país que le recordaría tanto su dolorosa situación.

La vi mirarme fijamente.

-Yo soy tu asistente personal no ella- dijo tajante.

Me acerqué a ellos y tomé a Matt con cuidado y lo coloqué en la cama.

-Eso lo sé- se encogió de hombros.

-Ella no va a ir- declaró.  La miré fijamente preguntándome que rayos le pasaba-. Si alguien va a ir, esa soy yo.

-Ven acá- señalé la puerta y ella después de asegurar a mi hermano salió y la seguí-. Cierra la puerta y ponle cerrojo- lo hizo y tomé asiento-. Explícame por qué no puedo llevarla a ella- le pedí que se sentara.

-Porque...porque no. Ella solo quiere contigo- me asombre, pero no se lo dejé ver.

Su nerviosismo, tensión y lo mejor su rostro ruborizado la delató.

Celos.

Estaba celosa.

-¿Y si yo también quiero con ella?- bajó la mirada.

-¿No era que me amabas?- sonreí internamente.

-¿Eso que tiene que ver? - se acercó a la mesa. 

Oh mierda.

Lo estaba disfrutando.

- ¿Cómo que qué tiene que ver?  Se supone que cuando amas a alguien no tienes ojos para nadie más. No puedes hacer eso-  dijo mirándome.

Sus ojos estaban anegados de lágrimas.

Ahora ya no lo disfrutaba.

Me puse de pie y me acerqué.  Su cuerpo tembloroso me esperaba. Parado detrás de ella acaricié sus costados y la sentí jadear. Envolví los brazos en su pequeño cuerpo y la abracé.

-Claro que te amo,  pero la convención es en Suiza y no quiero que te sientas mal por recordar y quizás encontrarte con él.- suspiró y se relajó contra mi.

-Eso no importa porque no puedes recordar algo que no has olvidado y... ¿ella te gusta? - preguntó de pronto.

Amanda era linda. Una afroamericana muy sexy con cabello afro y piernas de infarto.

-Ella no está mal- se tensó y se giró en mis brazos.

-Sé que no soy tan bonita como ella ni tan voluptuosa, pero... ¿Podrías conformarte conmigo?- sonreí.

-De ti nunca tengo suficiente.  Tendría que conformarme con ella porque a la que amo es a ti- y ella me besó.

Fue mágico.

Por fin me sentía completo.

Acorralada©Where stories live. Discover now