Iniciando el Recorrido.

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Veía a Evangeline dormir. Estaba tan tierna envuelta entre tantas sábanas blancas. Era tan frágil y a la vez muy fuerte.

Sentía mucha admiración hacia ella. Por su lucha.

Aún cuando su familia le dio la espalda siguió adelante.

-Ian... te amo...- susurró en sueños y fue muy gratificante saber que ella pensaba en mi.

Terminé de arreglar mis pertenencias y las de ella. Lo mejor era marcharnos de una vez.

Por más que sabía que no era asunto mío, que debía darle su tiempo, creo que debía hacer algo para que hablara con su padre. Él hombre se notaba arrepentido.

Quizás no ahora y quizás sí. No sabía que hacer. Las cosas están pésimas entre ellos.

Pesqué mi móvil una vez entró una llamada.

Era el señor Renaud.

-Diga- contesté.

-Pasame a mi hija por favor- pidió. Observé a mi pequeña dama dar vueltas por la cama.

-Ahora no puedo... - Escuché un estruendo.

-¡Pasame a mi hija!- salí de la habitación y fui hasta la sala de estar.

-Usted no está en posición de exigir nada. Ella hablará con usted cuando sea necesario- colgué.

Regresé a la habitación y ella ya no estaba en la cama.

Escuché el ruido de la ducha y esperé a que saliera.

En eso llegaron a la habitación mi nana con mi hermano.

El pequeño Matt.

Lo tomé en brazos.

-¿Todo listo, nana?- ella asintió y sonrió.

-Si- acarició mi rostro-. Eres un buen hombre, mi niño- besó mi mejilla y acarició a Matt.

-Gracias a ti, nana- ella sonrió.

-Los dejo- salió de la habitación. Observé a mi hermano chuparse el pulgar. Al parecer tenía hambre.

-Al parecer alguien tiene hambre- escuché su voz suave y tranquila.

Me giré y me encontré con Eva, vestida con un traje crema hasta la mitad del muslo. Y su cabello recogido en una coleta.

-Eso parece- sonreí y me acerqué para besarla. Era adicto a esa mujer. A sus labios.

A ella.

Se lo di y ella sonrió.

-¿Lo recuerdas, verdad? - pregunté y me arrepentí de inmediato al verla temblar.

-Demasiado...- la abracé por los hombros y besé su cabello.

-Todo va a estar mucho mejor, lo prometo- acaricié su espalda.

-Lo sé, amor- se apartó y tomó asiento en la cama. Soltó los botones superiores de vestido y sacó uno de sus pechos. Mi hermano ávidamente se prendó del pezón y succionó.

La escuché quejarse y luego se relajó.

Ya me la imaginaba a ella con un hijo de ambos.

Embarazada.

La miré alarmado.

Ahora que lo recordaba, yo nunca me he protegido cuando tengo sexo con Eva.

-Eva... - acaricié su pierna. Ella me observó.

-Dime- negué con la cabeza y me puse de pie. No podía molestarla y menos ahora.

Acorralada©Where stories live. Discover now