Lejos de las Garras del Pasado.

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Su hermano, bajé la mirada y cerré los ojos. No lo podía creer.

Era su hermano... ¡Por Dios!

Abrí los ojos y la miré. En sus ojos había culpa y dolor.

Entonces a mi mente vinieron las palabras que él había dicho.

-"Yo tuve que querer por los dos... después ya no te dolía..."

No, no, no.

Él, ese imbécil, la había violado.

Un sentimiento, algo muy primitivo, se apoderó de mi y me aproximé a ella, me quité la camisa y la cubrí. Cuando la iba a tomar en brazos, su hermano me lo impidió.

-¡No la toques! Ella es mía- me empujó. Le propiné un golpe muy fuerte en la cara y la tomé en brazos.

Una vez ella segura contra mi cuerpo, la saqué de allí.

Miré a su padre y él sólo negaba tomándose la cabeza con ambas manos.

Pasé de ellos y salí de la habitación.

-¡No te la puedes llevar! ELLA ES MI MUJER- gritaba ese enfermo.

-¡Cállate! - gritó su padre y sentí a mi Eva, temblar.

-Ian... lo siento. Debes t-tener asco de mi...- sollozó-. Yo siento asco de mi. Perdón por...- besé su cabello.

-Todo va a estar bien- negó.

-Tu ya no me amas- se abrazó a mi-. Yo si te quiero- bajó la mirada-. Me di cuenta muy tarde ¿cierto? - llegué a la sala y allí estaba su madre.

-Te amo- besé su mejilla y ella sonrió. Se veía tan pequeña y vulnerable. Tan frágil.

-Quiero estar contigo siempre- pidió besándome ella la barbilla.

-Está bien- besé su cabello.

Escuché que cerraban una puerta con fuerza y me giré.

Su padre bajaba las escaleras desesperado.

-Sacame de aquí- rogó.

Observé a su madre acercarse y besar su mejilla.

-Hasta luego, amor- se despidió su madre y me urgió a que me marchara.

-¡No! ¡Espera! - me gritó su padre.

Caminé más rápido.

No iba a permitir que lastimaran a mi Eva. Ella era alguien a quien debía proteger. Mi mujer.

-¡Sacame de aquí! - rogó.

-Perdón, Evangeline- pidió su padre-. Soy un imbécil y un mal padre. Nunca creí en ti- me alcanzó y bloqueó el paso-. Y-Yo entiendo si no quieres saber nada de mi, pero por favor, dame una oportunidad de hacer las cosas bien- la vi bajar la cabeza y aferrarse más a mi-. Perdón por no darme cuenta de que te estaba lastimando. Yo...- ella me apretó la camiseta.

- Quiero irme ya- dijo con voz trémula.

-Nos vamos hoy mismo- tranquilicé. Su padre se enfadó.

-¡No la vas a sacar del país! Es mi hija. Ella no se va de aquí hasta que no hable conmigo- ladró. Estaba enfadado. Sus ojos estaban dilatados y rojos de tanto retener y botar lágrimas.

-No se si quiera hablar contigo. No tengo por qué creerte. Tu no me escuchaste- sollozó-. Sacame de aquí, Ian- se abrazó de mi cuello y con un asentimiento de cabeza, me despedí de su madre.

La llevé hasta el coche y la dejé en el asiento trasero. Quería sacarla de aquí cuanto antes.

Entré en el auto y con premura abroché el cinturón de seguridad y puse el auto en marcha.

Acorralada©Where stories live. Discover now