Mi Oscura y triste Verdad

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Estabamos llegando al hotel que había reservado para quedarnos mientras duraba el congreso.

No podía negar que me sentía muy feliz. Adoraba a mi mujer.

Si. Mi mujer.

Eva era tan hermosa y se dejaba hacer... no discutíamos para nada y hacíamos el amor hasta quedar inconscientes.

Apreté su mano y ella me devolvió el gesto.

Se la veía contenta desde que habíamos arreglado nuestra situación.

Todos los días me recibía con un beso y una hermosa sonrisa.

A Matt, lo trataba como si fuera su hijo y se ocupaba de todas sus comidas. Ella era más de lo que había soñado.

Una mujer amorosa, tierna, respetuosa y atenta. Comprensiva también.

Pero era celosa.

No le gustaba que hablara con otras mujeres. Me quería para ella y bueno... no me quejaba. Me sentía importante para alguien.

Sentía que en sus brazos estaba en casa.

Me sentía a gusto.

Aún no vivíamos juntos, pero faltaba poco.

Acomodé a mi hermano sobre mi hombro y entramos a la habitación. Ella y mi nana fueron a las habitaciones mientras yo me acomodaba con Matt en el sofá.

Ese niño tenía mucha energía y lo prefería así porque no me gustaba verlo tan enfermizo.

-¡Ian!- escuché que me llamaba.

-Voy- anuncié y me puse de pie. Fui hasta la habitación y la encontré a ella acostada en la cama. Palmeó en el espacio restante y subí a Matt. Me quité los zapatos y subí también.

Una vez arriba, la besé. Ella sonrió.

Era hermosa.

-¿Estás bien? - pregunté. Sabía que estar en este país le traía muchos recuerdos.

-Si, aunque duele demasiado, estar contigo me alivia y siento tanta paz- tomó a mi hermano en brazos y se acomodó entre mis brazos.

-Te amo- besé su sien.

*****Días después...

Estábamos almorzando en un lindo restaurante los dos. Mi nana se había quedado con Matt y yo quise aprovechar.

Mañana regresabamos a nuestro país y no quería quedarme encerrado.

De repente, a nosotros se acercó un hombre que reconocí al instante. Era su padre.

Ella se tensó y bajó la mirada.

La vi encogerse en su asiento.

-El mundo es un pañuelo- dijo su padre-. Buenas tardes- asentí y me puse de pie.

-Buenas noches señor Renaud- saludé.

-Ian Robinson, un placer- estrechamos las manos.

- Igualmente- nos soltamos. Veía a Eva muy callada. Su padre lo notó.

- Iba a llamarte, pero me lo has puesto tan difícil como siempre Evangeline. Tu madre está enferma y quiere verte. Ven a verla hoy. No más de cinco minutos- asintió-. Por favor acompañala, no vayaa hacer una de las suyas- dijo lo último refiriéndose a mi. Se giró y se marchó.

La vi llorar y me partió el alma. Pedí la cuenta y una vez pagué la saqué de allí.

Sentía que nos seguían. Miré a los lados y vi a un hombre muy parecido a Eva...

La miraba de tal manera que sentí celos.

Besé sus labiosy ella se relajó poco a poco. La abracé con fuerza y la sentí tranquilizarse.

-¿Estás mejor? - asintió.

-Gracias.

Regresamos al hotel y ella se recostó un rato. Era mejor que descansara.

*****Horas después...

La veía tensa. Sabía que ella no quería venir y que solo lo hacía por su madre.

Estábamos en el jardín y ella abrazaba a su madre.

Estaba mal del corazón, pero ya la habían operado y se estaba recuperando.

Ellas se veían muy unidas y eso me alegraba.

- Pensé que no te llamaría- decía ella.

-No lo hizo. Nos encontramos en un restaurante. Pero eso ya no importa- besó su cabello-. ¿Necesitas algo? - preguntó y su madre le sonrió.

-Me gustaría que me trajeras una caja que guardé en tu antigua habitación. Está debajo de tu mesita de noche, cariño- ella asintió y se puso de pie.

Entró a la casa y yo me quedé con su madre.

-Sé que tienes muchas preguntas. Ella no se merece lo que le hizo su padre. Él jamás la ha querido. Sólo quiere a Frederick y ese amor lo cegó. Ella jamás logró complacerlo- suspiró-. Lo que le pasó fue nuestra culpa, no nos dimos cuenta a tiempo y ya era muy tarde. Él la tenía sometida- fruncí el ceño y ella se quedó callada en cuanto apareció su marido.

- ¿Dónde está? - preguntó enfadado.

-Fue a buscar algo que le pedí- respondió su madre.

Lo vi entrar en la casa furioso y me debatí en seguirlo.

-Ve... evita que le sigan haciendo daño- asentí y corrí dentro de la casa.

Alcancé a su padre y subimos.

-No sé cómo puedes estar con esa- dijo con desprecio.

-Ella es un hermoso ser humano- le hice saber.

Él no siguió diciéndome nada, porque llegamos a la habitación de supuse era de ella y estaba desarreglada. La puerta estaba abierta y había un florero roto en el suelo.

Escuchamos unos gritos y su padre corrió a la habitación del otro lado del pasillo. Lo seguí.

Iba a tirar la puerta, pero su padre me frenó.

Oímos:

-Me abandonaste- decía una voz masculina-. Te fuiste y ahora te revuelcas con él- un ruido sordo.

-Me hacías daño... eres un enfermo... yo nunca quise- no pudo terminar.

-Es cierto... por eso yo tuve que querer por los dos- cerré los ojos-. Nunca pudiste verme diferente. ¡Nunca!- me estremecí.

-Estás mal... yo jamás voy a verte diferente. Eres mi...- otro golpe seco.

-¡No lo digas!- gritó-. Tu no eres mi hermana. No lo siento así. Tu eres mi mujer. Yo te amo y lo que hice fue por los dos. Aunque tu nunca quisieras. Con el tiempo lo disfrutaste. Ya no te dolía, lo disfrutabas- su padre estaba rojoy sólo escuché como rompía la puerta por la fuerza de la patada que le dio.

Me quedé helado. Como un simple espectador.

Ella estaba en la cama, su ropa estaba rota y su rostro con heridas.

Le había pegado.

-Padre...

Vi bien al agresor de mi nena y me di cuenta de unas cosas.

Era el mismo tipo de hace unas horas y también el hermano de Eva.

Ahora lo entendía todo...

Él me pedía que lo viera de otra manera...

Claro... era su hermano.

Gracias por leerme.

Besos.

Nos leemos.

Ya se está acabando...

Acorralada©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora