Prólogo

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El sonido adormecedor de la lluvia repicaba por toda la casa. Se escuchaba el ruido de una gotera en el fondo del pasillo. Era atormentador pues ya hacía buen tiempo que estaba lloviendo.

Mis sentidos están a la espectativa. No puedo ver nada porque tengo lo que parece una venda que los cubre. Cuando desperté intenté quitarla pero estoy atada con una soga; manos y pies. Mis nervios están disparados y aunque no tengo la boca cubierta no encuentro mi voz para pedir ayuda.

Escucho un chirrido de una puerta metálica. Siento las gotas de sudor bajar por mi columna y frente. Al parecer hay más de una persona. Sus pasos son lentos y se mantienen sin hablar. Siento sus miradas sobre mí y hasta ese momento no había caído en cuenta que no siento ropa en mi cuerpo. Mis mejillas se calientan y uno de ellos se ríe por lo bajo. Pasan unos segundos hasta que quitan mi venda y entrecierro los ojos por la claridad.

— Buenos días.— dice una voz que sé que conozco pero no tengo las cosas claras en mi cabeza.

— Parece que se le ha olvidado hablar. Qué pena.— esa voz... Esa voz es la misma que escuché antes de desmayarme en aquel incidente hace un año.— Hum... ¿ Te acuerdas de mí Flor?
— ¿Flor?— digo poniendo cara de extrañeza. — Yo no soy Flor.
— Mira, que sí habla. Eso es bueno.— dice el primero en hablar. Es un hombre de complexión atlética, cabello rubio y ojos color aceituna. Sus rasgos son perfilados y tiene labios color rosa claro y medianamente gruesos.— Te lo dije que había escogido bien.— dice dándole al otro una sonrisa de suficiencia.
— Eso parece, azul, naranja y morado. Te felicito. Ahora solo tenemos que seguir el plan y ya nada será gris.

<<¿Gris?¿ Azul, naranja y morado?>>

¿ A qué ha venido eso?— las palabras dejan mis labios y <<él>> se gira con una sonrisa retorcida.
— Querida haces muchas preguntas. No es momento para que sepas, bueno para que recuerdes muchas cosas.— y entonces sentí un sabor a hierro en mi boca. Era sangre, me había golpeado y el impacto de la piel con mis dientes habían echo que mordiese mi lengua. No pude aguantar y le escupí la cara. Su sonrisa se ensanchó y lo siguiente fue todo negro...

Ramos De SangreWhere stories live. Discover now