Capítulo I

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La vida es muy peligrosa. No por las personas que hacen mal; sino por las que se sientan a ver lo que pasa.

                                            Albert Einstein

***

La ahora doctora, Kasandra Klein se encontraba sentada justo en frente del criminal más temido de todo el estado. Había cometido más de 12 asesinatos en solo un año. Sus víctimas eras chicas jóvenes, castañas claras o rubias. De unos 19 o 20 años. No muy altas y de complexión delgada.

Los cuerpos habían sido encontrados después de varios días de haber perdido  la vida. En lugares simbólicos del centro de la ciudad de Artrix. Cada uno en una posición diferente con una marca que a medida que aumentaba el número de víctimas se le agregaba un trazo más al "dibujo"; su sello. Como lo llaman los oficiales.

Cada interrogatorio desde que había sido capturado era igual al anterior. No decía nada sobre lo que hizo, mantenía una sonrisa maquiavélica y pedía hablar con Kasy, como él la llamaba. Al principio los oficiales se incomodaban por su falta de empatía pero luego de 15 secciones fallidas habían decidido cumplir su petición. Por eso estaba ella sentada con su cabello negro bien peinado en una coleta alta, su bata blanca con su nombre sobre un bolsillo bordado. Lucía un labial rojo que resaltaba la negrura de sus ojos en esa piel tan blanca.

El detenido estaba fascinado al ver a semejante mujer tan cerca de él una vez más. Sí, ellos ya tenían un pasado. Kasandra era hija de su doctora asignada hace unos años cuando aún era un niño, en el psiquiátrico The Ocampell.

El ambiente era tenso, las miradas dedicadas por parte de ella iban llenas de curiosidad. Tener una cita con  criminales era algo que se le daba casi todos los días. Pero este era diferente, ella lo sabía, sabía que no sería algo fácil averiguar el motivo de esas muertes. Sin embargo eso no era lo que más deseaba, quería saber cómo había evolucionado esa mente enferma que tantos dolores de cabeza le había echo pasar.

Los ojos negros detallaban cada gesto por más minúsculo que fuera del chico que estaba en frente. ¿ Qué edad tenía? ¿  Ya cumplió los 18 años? Para ser tan joven no mostraba arrepentimiento y en ocasiones parecía no saber dónde se encontraba.

La Dra tomó una larga respiración y se acomodó el anillo de soltera que llevaba puesto en el dedo anular de la mano izquierda. Estaba emocionada por entrevistar a Jack  como se hacía llamar.

Ella era psicóloga criminal, además de tener un doctorado en psiquiatría. A sus cortos 25 años ya tenía más éxito profesional que cualquier otra persona. Tenía un coeficiente intelectual de 195 por lo que no le fue difícil cursar sus estudios. Para sus 15 años ya había logrado entrar a la mejor universidad de todo el país.

— Hola Nick. ¿ Puedo llamarte así, no?— el chico no dijo nada solo asintió con la cabeza al escuchar su verdadero nombre.— Okay. ¿ Puedes decirme porqué estás aquí?
— Soy el asesino más inteligente y jóven que ha tenido este pueblo.— dijo sin darle mucha importancia, aunque sus palabras estaban llenas de emociones. No dije nada, quería presionarlo para que siguiera hablando.— Sé lo que está pensando y no hablaré solo porque me mire así.
— ¿ Por qué lo hiciste?
— A que es extraordinario. Ya me veo en las portadas del periódico " Jack, el chico que atemorizó todo un país por asesinar 13 jóvenes inocentes en solo un año" — ese último comentario me  dejó pensativa por lo que siguió— siempre he querido ser famoso.
—¿Te gusta la fama Nick?
— Digamos que desde pequeño me ha gustado llamar la atención. Pero eso ya lo sabes Kasy.— la entonación con la que dice mi nombre me da escalofríos.
— ¿ Cómo lo hiciste?¿ Cómo mataste a 13 chicas mayores que tú en un año sin que nadie se diese cuenta que eras culpable?
— Aún no he dicho que haya sido yo.
— Tenemos pruebas que...
— ¿ Le gustan las historias trágicas señorita Klein? — me interrumpe mientras se acomoda en su silla —Una vieja amiga me contaba una todas las noches para que pudiera dormir. Creo que ese momento que me dedicaba cada  noche era mi preferido.
— ¿Por qué las asesinaste?
—  El reino estaba de luto. Las cortinas negras ondeaban en los ventanales. Los cristales estaban en todas partes, decorando el entorno. La reina está acostada en su cama. Su tez blanca está más pálida de lo normal. No habla, sus ojos permanecen cerrados pero sus labios conservan un poco ese color rosado tierno.

La enfermedad había durado más de lo pronosticado.

Un pequeño príncipe juega al lado de su madre. Tiene las manos llenas de un rojo carmesí que sale del cuerpo que está junto a él.

El pequeño ya estaba aburrido de jugar en la habitación por lo que  salió al balcón que estaba  cubierto con la primera nevada del año. El contraste de sus manos manchadas con la blanca nieve era toda una obra de arte. Pasaron las horas y ya no sentía sus dedos, el color de sus labios era de un morado oscuro.

¡Hazlo ahora Jack, mamá te dará un poco más de color para que puedas pintar!

Le dijo una voz en un susurro.

Se dirigió a la habitación y un grito estremecedor sonó por todo el palacio haciendo que se le erizara la piel hasta a los gatos.
Para cuando su padre llegó ya no había nada que pudiera hacer...

fue lo último que dijo antes de levantarse y dirigirse al guardia que esperaba tras la puerta.

— Oye Nick.— dice la Dra por lo que éste se gira.— ¿ Qué pasó con el príncipe?
— Mejor ocúpese de sus propios copos de nieve.— dijo sin más y se fue.

Ramos De SangreWhere stories live. Discover now