Capítulo VI

18 12 0
                                    

Solo ella tiene el don
de ser tan sensual, tan tierna,
tan salvajemente bella
y sutilmente perversa.

                                     Omar Concepción

NICK LANCASTER

Volví a tener esa jodida pesadilla de nuevo. La he tenido todos los días desde que vinieron a visitarme.  Limpio las gotas de sudor de mi frente con el dorso de mi mano y me quedo de piedra cuando veo que ella está de nuevo en una esquina.
—¿No quedamos en que no ibas a volver?— me mira ahora con sus ojos marrones. Pero no dice nada.

Saber que está muerta debiera de dolerme pero todo lo contrario saber que yo fui el que la dañé es jodidamente placentero.

Nos conocimos desde que éramos unos niños. Vivíamos uno al lado del otro. Al principio no me caía bien, me parecía una niña mimada. Al conocerla me di cuenta que estaba aún más loca que yo. Pasábamos todo el día juntos hasta que me internaron.  Días después a ella la ingresaron en el mismo centro que a mí.

Para mí sorpresa está no era su primera vez aquí. El año anterior había tenido que pasar una temporada acá.

Ella conocía todo el lugar, a los doctores, incluso los horarios de cada cosa. Podría decir que ella era mi clave para escapar. Sin embargo le dieron el alta más rápido de lo que esperábamos y jamás supe nada de ella.

Pasaba las noches recordando las veces que me ayudó en una que otra fechoría. La mejor había sido cuando golpeó a mi princesa de la noche el día que maté a Walker.

Luego de toda esa locura me mudé de la ciudad con unos nuevos padres. Al cabo de los años regresé a una casa que mi padre me había regalado.

Y no tuve que buscarla porque justamente trabajaba en un prostíbulo muy famoso por tener la mejor atracción del condado. Al principio me acordé de todo lo que vivimos juntos, y no puedo negar que pensé que estaba enamorado. Luego de unos polvos y recordar que no siento empatía por nadie, excepto por Kasy, supe que no era así.

Lea tenía que desaparecer porque sabía mucho sobre mí, me había ayudado a conseguir una que otra víctima. Así que la enamoré para mantenerla en mi dominio hasta que fuese desechable. Algo que no fue muy difícil, ya que ella siempre estuvo colada por mí.

A decir verdad mi juego se extendió un poco, estaba a punto de dejarlo así. Sin embargo todo cambió cuando escuché una de sus conversaciones con una amiga del trabajo. Querían acabar con la vida de alguien pero no alcanzaba a oír quien era la persona. No le di importancia y seguí mi camino.

A los días volví a escucharlas hablar. Me quedé escondido lo suficiente para poder cotillear sin que me vieran.
Y fue cuando sentí mi mundo derrumbarse. Estaba planeando capturarla nuevamente ya que al parecer hacía casi un año lo intentó pero algo falló.

Ella. Mi chica de ojos azabache, era el objetivo de estas perras locas.

Y aunque ya lo supiera. Había llegado tarde para ella. Había llegado tarde para mi Princesa de la noche.

Sentí tanta rabia que no podía controlarme. Salí disparado para el club y me hundí en el whisky.
Retomé mis planes de matarla y sería esa noche. Solo que esta vez no sería el Nick que ella conocía. Conocería al verdadero demonio, conocería al verdadero ser que habitaba en mí. Conocería a Jack.

***

— Te diría que lo siento pero te mentiría. — le digo mientras la miró acomodándome en la cama.—No me arrepiento de haberte matado zorra. Recordar cómo me suplicabas  que no lo hiciera es...— me interrumpe. Y usa ese tono sarcástico que me hace mucha gracia.
— Nick, Nick. Siempre tan impulsivo, por eso estás aquí, porque no sabes controlarte...
— Por favor Lea no me hagas reír. Todo esto estaba planeado. Solo que tú nunca fuiste parte importante en el plan. Digamos que te convertiste en una molestia y decidí eliminarte.
— No me mientas, sabes que te enamoraste de mí.
— Ay querida eso fue un amor de niños — suelto unas fuertes carcajadas— jamás me enamoraría de ti. Eras un buen polvo solo eso.— me fascina como se enfurece.— Quizá llegué a depender en cierto modo de ti, pues me facilitabas el buscar a las víctimas. Siempre quisiste ocupar su lugar, solo que nunca pudiste ser ella.
— Vamos Nick a poco piensas que voy a creerte.
— Has lo que quieras. La muerta eres tú. Es una lástima que hayas sido tan débil. Hubiese querido que sufrieras mucho más.— le doy una sonrisa torcida.
— No te saldrás con la tuya.
— Ya lo he echo. Mírate, eres solo una sombra.
— Puede que tengas razón en que sea solo una sombra. Pero lo que no sabes es que a partir de ahora seré solo tú sombra.

KASSANDRA KLEIN

Estoy sentada en mi cama. Aún es de madrugada y sé que no dormiré en lo que queda hasta que amanezca. Odio tener este jodido insomnio que no me deja en paz desde hace mucho tiempo.

Reviso el móvil y gruño al ver que marca las putas 3:33 a.m. No hay una noche que no despierte a esta jodida hora.

Me levanto y bajo a la cocina por un vaso de agua.
— Hola Kasy.— dice una vocecita que casi hace que se me caiga el vaso del susto. Me giro y no veo a nadie. Cuando vuelvo a mirar el frente casi me da un paro cardíaco. En la puerta de la nevera hay un papel con algo escrito en rojo. Sea lo que sea que hayan usado para escribirlo está húmedo aún.

No sé porqué pero tengo la impresión de que es sangre. Cuando me detengo a leer la nota siento como el oxígeno abandona mis pulmones y se me comprime todo el pecho.

« Después de un año... Todo se repite»

Esto no podía ser verdad. Quería creer que sería una broma pero al ver que no aparecía nadie me empezé a descontrolar.

No podía respirar, ni siquiera pestañear. Estaba segura que empezaría a hiperventilar. Las lágrimas llenaron mis ojos y no pude soportarlo más. Me desplomé. Sentí calambres en mis brazos y piernas. Tenía la respiración demasiado acelerada. Pero aún así parecía que me estaban privando del aire.

Como pude pegué mi espalda a la pared y abracé mis piernas. Toda clase de pensamientos vinieron a mi mente y pensé que iba a morir.

Vi mi vida pasar frente a mis ojos. Jamás imaginé que moriría por un ataque de pánico. Comencé a golpear mi cabeza con las manos para pasar a golpearla con la pared. Llevaba tres golpes y cuando fui a por un cuarto, que estoy segura que me hubiese matado, alguien sujetó mi cabeza y me abrazó.

Hice una pataleta en un intento de continuar con mi momento suicida. Pero otra persona cubrió mi boca con un pañuelo y solo escuché como nuevamente la misma vocecita me llamó por mi nombre. Después de eso quedé inconsciente.

Ramos De SangreTempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang