Capítulo 5

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Guillermo

Me remuevo incómodo entre las sábanas de mi cama debido al resplandor del Sol filtrándose por la ventana. Llevo mi mano hacia el otro extremo de la cama tratando de atraer a la hermosa mujer con la que me acosté anoche. No soy de los que hacen este tipo de cosas, más bien soy de los que se van después de haber saciado su deseo y punto. Sin embargo, esa mujer me despertó las ganas de hacer semejante acción.

Abro mis ojos algo desorientado y veo que esa bella mujer no está a mi lado. Su parte de la cama está fría como si desde hace horas estuviera vacía. Me levanto abruptamente de la cama y voy directo al baño para ver si está en la ducha, no obstante al entrar en esta veo que está totalmente vacía.

Voy sintiendo como la rabia va creciendo dentro de mi y al mirar el reloj de mi mesita veo que son las 10:00 de la mañana.

Únicamente espero que esa mujer este en mi cocina preparando algo rico de desayunar, de lo contrario alguien pagará mi ira si lo que ella hizo fue marcharse.

Luego de buscarla por todo el penjaus y no encontrarla, no me quedan dudas de que aquella desconocida de rostro angelical se había escapado de mi. Algo que me enfureció bastante porque ninguna mujer se había atrevido a hacer semejante cosa.

A mi mente llegan todas las cosas que hicimos ella y yo por todo el lugar. Las posiciones, los gemidos, las súplicas que salían de su boca y toda la sensualidad de su cuerpo no salían de mi cabeza. Esa desconocida había logrado hacerme sentir lo que ninguna otra mujer en toda mi vida, es por eso que sin perder más el tiempo.
Llamo a mi mejor amigo para que se encargue de buscarla.

Luego de contarle a Letkiam todo lo que había pasado y por qué mi interés en encontrar a esa mujer. El muy desgraciado no paraba de burlarse de mi ni un segundo, lo que hacía que mi molestia fuera aumentando a cada segundo. Sin embargo, me aguanté para no decirle alguna grosería y así de este modo el me ayudara.

Esa fiera inquieta no se va a escapar de mi, así tenga que mover cielo mar y tierra para encontrarla.

...

Daniela

Mis caderas moviéndose hacia delante y hacia atrás a un ritmo sexy, llenan mi cabeza de muchos recuerdos. Recuerdos que tienen que ver con aquel hombre que dejé atrás la mañana siguiente de haberme acostado con él. El sujeto para mi era un completo desconocido, ya que al despertar esa mañana ni siquiera recordaba su rostro.

Solamente se que me levanté de la cama como un resorte, ya que estaba asustada y desorientada. No recordaba mucho de lo sucedido debido a la resaca, solamente sentía mi sexo palpitar y al parecer me dieron bien duro contra el muro anoche.

Una vez tuve mi ropa puesta, la que cabe mencionar estaba mal arreglada. Miro hacia la cama y veo el cabello rubio del hombre desconocido al que no le recuerdo el rostro. Desde mi ubicación, este está totalmente desnudo y solamente un pequeño trozo de sábana cubre su trasero.

Curiosa por saber quién es él, intento acercarme sin hacer ruido. No obstante, este se removió entre las sábanas y yo salí prácticamente corriendo de la habitación. Al salir de esta, bajé rápidamente unas escaleras que no recordaba haber visto y al llegar a la puerta giré unos segundos para mirar el lugar. Seguramente el tipo de arriba debe ser alguien importante, por lo que lo mejor fue irme sin decir nada. Ese tipo de gente suelen ser arrogantes y maleducados.
Salgo de mis pensamientos al sentir como una almohada impacta contra mi cara y es Grisel quien me mira con diversión en su rostro.

- ¿Hasta cuándo vas a seguir soñando despierta con esa noche? ¿Tan rico te lo hizo ese desconocido que ni siquiera le prestas atención a tu amiga?

- La respuesta a lo que acabas de preguntar es sí. Nunca había estado con un hombre como él, uno que fue capaz de hacerme tocar el cielo a punta de orgasmos - digo riendo.

- Tu de verdad que no tienes remedio ¿Aún no recuerdas su rostro o su nombre?

- No Grisel, no recuerdo nada y para colmo. Como salí tan apresurada del lugar, ni siquiera el nombre del hotel miré.

- ¿Y que piensas hacer?

- No haré nada, de seguro ese hombre está acostumbrado a acostarse con varias mujeres. El que lo haya hecho conmigo no marca la diferencia, mejor dejémoslo en que fue un buen polvo de una noche y ya. Ese sujeto y yo jamás nos volveremos a ver y entre nosotros no hay nada que nos una.

- Está bien, si tú lo dices entonces dejémoslo en que fue un buen polvo. Y que polvo para que un mes después todavía estés en las nubes.

Ambas reímos y nos fuimos a mi departamento para acomodar las cosas para la llegada de mi hermana. Ella regresa mañana en la tarde y yo solamente espero que no venga en plan de guerra como siempre.

El padre de mis Hijos Où les histoires vivent. Découvrez maintenant