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Crecer, el sinónimo perfecto de coleccionar años vacíos, con amores muertos hechos en la imaginación romántica.

Chifuyu Matsuno solamente se enamoró una vez en toda su vida. Llegó a la edad donde está resentido y piensa que ya no habrá nadie adecuado para satisfacer su gran cuenca de afecto que día con día se va vaciando. A reducido las expectativas que nunca tuvo, porque sabe que hoy en día todos esperan un príncipe azul moderno que luzca cualidades físicas e intelectuales notables, pero él nunca lo pensó así. Se conformaba con una persona cualquiera, y se aferraba a la idea de que la amará de mil maneras por el simple hecho de existir y comprenderlo.

El  hombre  ocupaba sus fines de semana tumbado en el sillón viendo películas viejas. Se quejaba de su buen trabajo que ya no le apasiona cómo antes.

Cada día está más solo.

Cada día ve como la sociedad se pudre en dinero y artilugios estúpidos que "facilitan" la vida, haciéndola solo más complicada de una forma disfrazada que cuesta más de lo que debería y que solo explotaba los pocos recursos naturales que ya han abandonado la concepción de renovable.

Alguien debería preocuparse y detener a las industrias por el derroche excesivo y apropiación de algo que jamás le ha pertenecido al ser humano: la naturaleza. Pero ese alguien no sería él.

Todavía no se quiere morir, y mucho menos a manos del gobierno corrupto.

Sinceramente Chifuyu es vago, quizá muy conformista con la idea perfecta de que él es escoria viviente en la Tierra, al igual que el resto de la humanidad.

Las plantas no hacían fotosíntesis para que el ser humano respirara, lo llevaban a cabo para alimentarse.

¿Por qué creer que somos lo más importante?, si la Tierra vivió bastante bien sin nosotros en un principio.

En ese conflicto transitorio entre el límite y el abuso de la naturaleza con el paso acelerado de la tecnología, Chifuyu se murió. Por unos segundos, sin el deseo de renacer de su bajón emocional.

No era un ave fénix. Siempre quería un descanso, relajarse, olvidar el para qué existía.
De alguna forma se desvió del primer pensamiento, donde intentó centrarse en el amor.

Pues bien, nadie lo amaba, ni tampoco amaba a nadie, estaba en equilibrio. Era mejor considerarlo así.
Chifuyu coexistía con todos los factores benignos y malignos atraídos por cada amanecer tóxico.

Que coraje. Éstos párrafos tan sueltos solo eran divagaciones raras.

¿Qué tenía que ver la tecnología, la naturaleza, el amor y el aburrimiento en un mismo plano?

Quién sabe.

El piloto prendió el televisor, necesitaba dañarse la vista y consumir contenido basura.

¡¡Sí es de las primeras 20 personas en llamar se llevará el gran descuento del 50%!!

¡Llame ya!

Esos ineptos canales de teletienda, ¿Acaso alguien les hacía caso?

—Tal parece que nunca van a desaparecer...—sonrió, nostálgico por sus travesuras de niño, donde alguna vez fue bobo y muy creyente de esas super ofertas.

Todavía conservaba el artefacto tan extraño que su madre terminó pagando al no poder cancelar el pedido del niño curioso. Nunca lo ocupó, lo tenía como reliquia.

—¡¿Cansado de estar solo?!—habló el del anuncio, fingiendo que le hablaba al televidente.

—Seh.—se deslizó sobre el sofá, con las manos puestas en la barriga inflada.

Un robot ideal ♡ [Kazufuyu]Where stories live. Discover now