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"Desconexión"

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"Desconexión"

Estaba en casa. Una vez más, como era de esperarse, como tenía que ser.

Chifuyu se deshizo en un soplo. Extrañaba su hogar, a su gato, las paredes, el clima de su ciudad, a sus plantas, la tranquilidad y soledad simultánea que lo embriagaba en su recinto. Extrañaba hasta su robot, el mismo que no tenía control y lo derrumbaba en sus regresos, ese que tenía la inteligencia para jugar con sus sentimientos internos y darle una faceta nueva de afecto.

El compañerismo y la unión que empezaba a sentir era grata. Ver a Kazutora corriendo a él, recibiendolo en brazos y sonrisas enormes, lo hacía pensar en lo bonito que era tener a alguien que fuese feliz por sólo verlo. 

Aunque le costara admitir, adoraba tener esa atención. Le gustaba demasiado sentirse especial, aceptado, que Kazutora estuviera conforme con su presencia, que replicara actos propios de parejas enamoradas, que fuera solo para él, para sus caprichos secretos, para ir incluso en contra de lo que su palabra decía y su corazón guardaba.

Quizá a todos les gustaba recibir atención, amor. Una necesidad básica para el ser humano.

Del último vuelo se trajo un puñado de nostalgia y preocupación, entremezclados, sembrados en sus costillas. Era recurrente sentir presión en el pecho, estar cansado incluso de pie, pero finalmente tenía sus valiosos días libres, días en los que no tenía porqué pensar exhaustivamente en los coqueteos, palabras empalagosas y besos de despedida que recibía de las azafatas.

Una frase susurraba en sus oídos cuando era consciente de la realidad: Estás solo porque quieres.

Y sí realmente quisiera estarlo, habría botado tiempo atrás al corazón robótico que hacía sintonía con el suyo.

Peke J saltó desde su camita para ir corriendo y recibir con largos maullidos iguales a los de una ambulancia, pasó frotándose entre las piernas de su dueño y pronto por intentar treparlo, enterrando sus finas garras en el pantalón que lo vestía.

—¡Peke!— lo tomó desde las patitas con cuidado, acunándolo contra su pecho, otorgando besos en su cabeza.— Mi niño, ¿Me extrañaste?

El gato negro siguió buscando caricias, moviendo la cabeza en repetidas ocasiones, en un roce suavecito que endulzaba el alma.
Chifuyu estaba desvelado, necesitó de esa recarga de serotonina, de estar en casa. Esperaba esa voz que lo llenaba de placer. Pero por supuesto, su orgullo y vergüenza predominaban al extremo, lo que impedía revelar la verdad frente al culpable de su confusión. 

Comenzó a buscarlo, a girar la cabeza, eso sí, sin despegar los bigotes de su gato en contra de su mejilla.

—¿Y Kazutora?— preguntó a la nada. En el salón principal, en la cocina y el comedor, en el pasillo, por esas áreas de primera vista, él no estaba.—Kazutora...— pensó en la posibilidad de que saliera en casa, de ser así, sería la primera vez que ocurría eso.

Un robot ideal ♡ [Kazufuyu]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora