The Hunter of Demons © HDM#2 [+21]

2: Prey

Viernes 03 de septiembre del 2023

10:40am

Asmodeo

No puedo dejar de pensar en esa carta con olor a lirios y un delicado beso rojo, una cazadora quiere mi cabeza, es muy arriesgado, o más bien suicida para ella querer escalar tan alto, cazar a un príncipe del infierno es un plan muy estúpido.

«Tu cabeza se verá, increíble en mi pared, príncipe Asmodeo» volví a leer la carta. Una sonrisa salió a relucir en mis labios, veremos quién es la presa, muy cazadora, pero yo tengo en mi poder a muchos demonios, y al igual a la ley.

Satanás está enterado de esto, lo más extraño es que su orden directa fue... "traerla ante su presencia" a pesar de que Amon quería exterminarla por amenazarme, siendo yo una figura de la realeza en el infierno, un príncipe con un poder y rango elevado.

En el infierno se respeta eso, si donde un príncipe del infierno pisa, es símbolo de agachar la cabeza, lo que no hizo aquella cazadora, los demás Wolgonter solo cazan demonios de baja categoría para preservar un estúpido equilibrio. Sus armas tienen la magnificencia de ser de fuego del infierno.

Por esa razón, son entrenados para exterminar demonios, para en un abrir y cerrar de ojos hacerlos cenizas, una cualidad es que cazan en manadas, así como lobos, pero esta... está sola, porque solo sentí su olor, las Wolgonter todas huelen igual, ella tiene un olor peculiar... justo el olor a mis flores favoritas, lo que indica, que no es desde a ahora que sabe de mis movimientos.

El sonido de silbidos me hace mirar por la gran ventana de mi oficina, ahora mismo estoy en servicio en la comisaria, justo a las —miro mi reloj. —10:40 am, ¿Por qué infiernos es esa espantosa algarabía? Mi puerta se abre sin mi permiso, dejando pasar al idiota de Reynolds, quien en toda su puta vida no ha tocado una puerta, lo que carga entre las manos llama por completo mi atención.

—Solo mira lo que te ha llegado pillín —levanta sus cejas con picardía, mientras deja en mi escritorio el gran ramo de lirios blancos—. Creí que el que enviaba las flores eras tú, —se acerca a mí y me empuja el hombro.

—Que te puedo decir... soy un hombre atractivo que también merece recibir un ramo de Lirios —le brinde una de mis características sonrisas lujuriosas.

—Esa tía debe estar coladísima por ti, comisario.

O muy obsesionada con cortarme la cabeza, cualquiera es válida.

—Debo confesarte algo Reynolds —adopté un tono de voz más serio. Mi espalda se reclino y mis dedos de cruzaron en mi abdomen—. Me he cogido a tu madre.

Sus ojos de abren a más no poder.

—Ella me envió las flores... —Aguanto la sonrisa.

—¿Qué? —Una expresión de horror aparece en su rostro.