4: Furia

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Viernes 03 de septiembre del 2023

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Viernes 03 de septiembre del 2023

8:36 pm

Evangeline

Voy a acabar a ese príncipe hijo de perra, le daré la muerte más lenta y que le he dado a cualquier otro demonio, tenía planeado ser rápida, a pesar de que me divierte enviarle cartas con mi sello personal «un beso al rojo», pero él se a buscado un poco de caos, por suerte, volé en pesados su camioneta de la comisaria, ya qué, la situación se me va a facilitar ahora que está usando uno de sus tantos carros de colección, lujos que se puede dar un príncipes del infierno... la mismísimo lujuria encarnada.

Destruyó mi cabaña, era mi favorita de las tantas propiedades de mamá. Lo que no sabe mi padre adoptivo Alexis, es que no fui yo quien costeó este apartamento en el centro de Moscú.

—Señorita Zubkova, es un placer verla de nuevo —me saluda el portero del edificio Esmeralda.

—El placer es mío, Damien —le brindo una de mis tantas sonrisas amables.

Mamá tenía razón, el arte del engaño te abre las puertas para conseguir lo que quieras. Todo lo que una vez veo y digo que me pertenecerá, así es, y si digo que tendré la cabeza de Asmodeo en mi pared... así será, lo tendré, porque soy una Wolgonter. De la línea real. Como una vez dijo mamá.

Me abre la puerta y paso con la llave en mano, entro al ascensor y me encuentro con dos hombres más, nunca los había visto aquí, mantengo la guardia y al parecer son inofensivos, o eso espero, porque no dudaré en clavarles la daga que tengo bajo la falda, justo en la yugular.

Salgo y me dirijo a mi apartamento, tenía tanto que no venía aquí, mayormente sólo lo uso cuando papá hace servicio o cuando simplemente quiero compañía de otro tipo. Todo está igual, desde las paredes blancas y los muebles grises que me reciben con su característico diseño tipo L, la lámpara de araña en el techo brilla más que nunca, la amplia cocina con un desayunador de mármol negro, increíble...

Llegué a mi habitación, de ventanas gigantescas que dan a la gran ciudad mostrando los grandes edificios como luces diminutas.

Mamá no sólo era una buena cazadora, sino también, una gran mujer de negocios, lastimosamente, la que se quedó con todo eso fue mi tía, quien es la Alfare de las Wolgonter. Me deshago de la falda y la camisa que me tuve que poner de emergencia en casa, creo que el taxi que llamé no pasó por alto a una chica en medio desnuda. en la nada del bosque, me preguntó varias veces si estaba bien, tuve que decirle que mi novio me dejó en medio de la carretera, no se me ocurrió nada mejor.

Me detuve frente al armario, o eso debía aparentar, porque al otro lado está un cuarto especial para la cacería, caminé por las paredes llenas de armamento, los que más se usan, arco y flecha, pistolas, Escopetas repetidoras. Un tipo de arma que me permite disparar cada vez que doy a matar sin que sea necesario recargarla. Escopetas paralelas, superpuesta, de cerrojo y correderas. Mis ojos se pasean por la ballesta, una sonrisa salió a relucir en mis labios recordando la última vez que la usé, ese gusano me suplicó tanto para que no lo mate, como si eso me hiciese echar para atrás, que lástima que Asmodeo haya bolado mi cabaña —mi sonrisa se esfuma para reemplazarla por una mueca de desagrado— abro una de las gavetas y me encuentro con las navajas perfectamente puesta en su debido sitio, entre estas: Navaja estilete, abanico de bolsillo. —de esas siempre la llevaba a la secundaria. Uno nunca sabe cuándo aparezca un demonio.

The  Hunter of Demons © HDM#2 [+21]Where stories live. Discover now