3: Wolgonter

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Viernes 03 de septiembre del 2023

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Viernes 03 de septiembre del 2023

2:00 pm

Evangeline

Cuando era más pequeña, papá me llevó al acuario por primera vez, pensé —es un maltrato tener en cautiverio a todos esos peces—, y a las demás especies marinas. A un ser humano no le gustaría que lo tengan en un cristal de exhibición, quieren pintar las cosas como buenas y educativas, desde ir al acuario y el zoológico, todo para el disfrute y aprendizaje de nosotros a base del dolor de ellos, ¿Qué hay de los animales? que hay de cada uno de los seres vivos detrás de las rejas y cristales.

Quise ser veterinaria, pero la carrera no fue tan fuerte como mi amor al mar, y todos los secretos ocultos en este, si existen los demonios, les aseguro que las criaturas marinas como: monstruos mitológicos, sirenas y los gigantes peces que te atraen con riquezas para devorarte... existen.

El mar me da paz, me ayuda a irme lejos, por esa razón escogí la carrera de biología marina, el estudio lleva cuatro años, así que, sí, este es mi último año en la universidad, por eso ya estoy en la pasantía, y por supuesto, hacer la maldita tesis, la cual, en cualquier momento podría volarme la cabeza, si no es que yo misma me incrusto una de mis flechas entre ceja y ceja.

En la clase de Botánica General y Marina. Estay con Alejandro, quien al igual que yo, esta apurado por copiar cada una de las investigaciones de la profesora, al final me da una mirada y se rinde. —Seguro más tarde me pide los apuntes.

—Tengan un bendecido resto del día, pueden irse. —no había acabado de hablar la maestra y ya Alejando estaba en la puerta.

Me lanzó una mirada enojada para que me apure, pero mi maldición es que guardo todos mis utensilios como si no me estuviese esperando absolutamente nadie.

—Muévete, con un carajo, Evangeline. —dijo casi en un grito exasperado. Pasaba el peso de su cuerpo de un pie a otro.

Ya todos en el aula se habían marchado.

—No me metas presión —gruñí cabrada.

—¡Maldita sea! ¡Pelinegra loca! —corrió a mi sitio y hecho todo desorganizando en mi mochila, acción que me hizo tener un puto tic en el ojo.

Odio el desorden, con toda mi maldita existencia.

—¡Idiota!

—Mueve ese puto culo, que me estoy cagan...

Su teléfono empezó a timbrar, le echó una mirada y luego a mí.

—Iré a basarme con una chica, vuelvo enseguida. —guardo su teléfono.

—Ni siquiera te pregunté —rodé los ojos.

—Pero estoy seguro de que lo hubieses hecho después, con lo loca que eres no lo dudo —me brindó una sonrisa y me guiñó el ojo—. Espérame en mi auto —me lanzo las llaves y las atrapé en el aire—. ¡No te largues sin mí, Evangeline! —gritó cuando salió a toda prisa fuera de mi vista.

The  Hunter of Demons © HDM#2 [+21]Where stories live. Discover now