Capítulo 16

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Gracias por leer :)

 Pocos o muchos, para mi son bien importantes jeje. Leo y valoro cada palabra de los comentarios. 



—¡Los Namikaze me la van a pagar! —espeta al borde del colapso mientras azota la puerta del recibidor—¡Enfermaron a nuestros hijos!

—¡Cálmate ya! —la callada y refinada pelinegra por fin estalla—¡Tú no vas a hacer nada!

—¡Pero Mikoto! —se victimiza. Su esposa nunca le había gritado.

—Te he escuchado todo el camino Fugaku... Y lo único que yo sé es que mis hijos no están en esta casa como debería ser—el tono rencoroso y entre dientes que utilizo su mujer, le erizo los bellos—Mañana a primera hora vamos a ir con los Namikaze y nos sentaremos a hablar con ellos tranquilamente y de manera madura ¿Entendiste?

—¡Ni loco! —patalea el suelo—¿Cómo puedes consentir esto? —agitaba las manos frustrado.

—No estoy consintiendo nada—musita paciente mientras toma a su marido berrinchudo por los hombros—Pero no me voy a segar por la furia como tú, menos si eso implica perder a mis hijos—su tono sigue descendiendo hasta ser dulce, lo coge por las mejillas con suavidad—Cariño... piensa fríamente, Kushina y Minato son casi como nuestros hermanos y sus hijos han sido bien criados.

—Mikoto...

—Fugaku...

—No tendremos nietos—el hombre hace un puchero que solo su cónyuge conoce.

Ella lo guía al sofá y lo hace sentarse—Lo sé amor... Lo sé—lo acuna en su pecho con afecto— Tus hijos, descendientes de los fríos Uchihas están defendiendo su amor ¿Alguna vez creíste ver eso?

—No me sorprende—le sonríe pícaro y orgulloso a su mujer—Yo te robé de la casa de tus padres.

Una risa hace vibrar el pecho de Mikoto donde está recargada su cabeza—Mi padre te dio una gran paliza, ¿recuerdas? Justo como la que le diste a Naruto, y al igual que él, tú tampoco te defendiste.

—Le dije cosas muy feas a Minato—señala compungido.

—Él entenderá cariño—besa su frente—No te aflijas.

—Mikoto... yo no pienso que mis hijos sean asquerosos—susurra sintiéndose pequeñito y culpable—Yo estoy orgulloso de ambos.

—Se los harás saber, ¿bien? —lo mima—Ahora le hablaré a Kushina para arreglar una reunión mañana.

*****************

Sentado en la tapa del váter permite que el otro cure sus heridas arrodillado entre sus piernas.

—¿Qué pensaste cuando me viste esa vez? —pasa el algodón empapado en alcohol, por el pómulo agrietado.

—Auch— se queja por el ardor—Que no eras humano.

Alza su perfecta ceja en señal de confusión—¿Qué no era humano? —se comienza a ofender.

Suspira recordando mientras curan su labio—Te veías tan etéreo cuando entraste por la puerta y después de eso... me insultaste y me sentí tan emocionado, mi sangre ardió, todo mi cuerpo vibro de una manera que me hizo sentir vivo.

—Idiota—no logra cubrir su sonrojo.

—¿Y tú? —le mira curioso.

—No te lo diré—sonríe malicioso.

—¡Temeeeee! —lloriquea.

—Ya guarda silencio, te lo diré— su sonrojo aumenta, invadiendo hasta sus orejas—Que eras un rubio muy caliente... Algo idiota, pero muy caliente—evade su mirada.

EL EPÍTOME DEL EROTISMOTempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang