IV

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Me he comprado una cámara.

Y no, no lo he hecho porque Felix me lo pidió, sino porque sus palabras fueron llevadas a la cena de esa misma noche y Hyunjin apostó que, si me levantaba en la primera alarma a la mañana siguiente, él dejaría que yo elija dónde se haría un piercing y el diseño de este. En caso contrario, yo tendría que comprarme una cámara instantánea y recolectar recuerdos todo el verano sin falta.

No me he despertado en la primera alarma. Hyunjin no tendrá un piercing de una libélula en la nariz, lo siento. Tengo mis principios y los respeto demasiado; hasta la quinta alarma no pongo un pie fuera de la cama.

Y ahora estoy tratando de entender cómo funciona la cámara amarilla que acabo de comprarme mientras un niño discute con su madre sobre porqué el dinosaurio de la tapa del libro animado que tiene en las manos es de color rojo.

Apunto al frente y veo a través de ella a Felix hablar con Chris sobre los distintos precios del menú y los cambios que habrá ese día. Aprieto el botón, el flash alerta mi momento acosador y admito que me asusto cuando la polaroid sale de la cámara con un ruido bastante largo y llamativo.

El niño me mira, la mujer no me presta mucha atención, Felix se cruza de brazos y Chris me sonríe como saludo. No importa cuánto intente asesinarme Felix con la mirada, tengo una foto suya y puedo amenazarlo con publicarla en alguna página web de asesinos seriales sueltos.

—¿Encontraste un entretenimiento ilegal? —pregunta del otro lado de la tienda y yo me encojo de hombros.

—En realidad, no te lo dije, pero soy un agente secreto y tú eres mi objetivo.

—Vas increíble —se burla—, casi ni noto que existes.

—Lo sé, soy todo un profesional y estas cámaras son muy silenciosas.

Le sonrío, el me entorna los ojos y luego vuelve su atención a Chris. Las escaleras rechinan y escucho como Hyunjin parece discutir con Minho sobre los colores que va a utilizar en la obra. El más alto parece apenas escucharlo, lleva un auricular en su oído y una mano en su bolsillo. Hyunjin, a favor del contraste, parece estar a punto de entrar a una academia de danza contemporánea por la cantidad de ademanes que hace por segundo.

Los veo cruzar la tienda, abrirle la puerta a la mujer y al niño que al final no compraron nada y salir posteriormente ellos también. Al menos no parecen estar a punto de arrancarse los pelos mutuamente, eso es un gran paso para Hyunjin y su fácil estrés con los demás seres humanos que no opinan lo mismo que él de algún tema.

Miro la polaroid justo cuando Chris se acerca a mí con una taza de café. Tomo una lapicera y escribo un pie de foto con entretenimiento.

—¿«Limón y el cocinero planeando un asesinato secreto con cianuro en el café»? —lee en voz alta y suelta una risa al terminar—. ¿Quién es limón y por qué tiene de apodo una fruta?

—Es Felix —respondo alzando la vista y el susodicho me mira con el ceño fruncido—. Por favor, te vistes de puro amarillo y ayer dijiste que el verano tiene las mismas vibras que ese color. Está claro que sí tú tienes que ser una estación... El verano es tu temporada.

—Que observador —dice Chris y yo no puedo evitar fijarme en que está colocando cuatro sobres de azúcar en el café. Un ojo acaba de titilarme—. Y demasiado observador... ¿Pasa algo?

—Acabas de ponerle cuatro sobres de azúcar a un café mediano.

—Es que no me dieron los dedos para agarrar cinco.

—¿Tú quieres morir joven? —Lo miro con dramatismo exagerado y Chris se gira para buscar ayuda en Felix. El menor no lo mira, tiene la vista puesta en un libro.

Un verano amarillo - [Changlix]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora