XVI

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Enero ha sido mi mes favorito desde que llegué a Australia. Esto no significa que Diciembre carezca de importancia, realmente fue fundamental para apreciar el primer mes del año, pero pasar cada mañana, tarde y noche con un Felix mucho más sincero que el de mi primer mes aquí no tiene precio alguno.

Y lo más mágico de toda esta situación es saber que su comodidad es notoria conmigo. No hay un límite de personalidad al que le exija no sobrepasar, la sinceridad es todo lo que busco de él y Felix sabe cuando admiro su sonrisa; ya no la esconde y yo ya no tengo que buscarla.

Por las mañanas nos encontramos al inicio del boulevard y caminamos hasta Oktoffe hablando sobre algún dato que no va a cambiarnos la vida, la noticia de algún famoso que leímos la noche anterior en Twitter o incluso sobre aquellos pequeños gustos y disgustos que no nos enteramos del otro hasta el momento.

Le cuento que mi rebeldía ante el sistema de calcetines iguales es porque odiaba pasar horas buscando al par en el enorme cajón de mi cómoda cuando era pequeño y le terminé agarrando gusto a ver los ceños fruncidos de mis compañeros en la escuela cuando bajaban la mirada. Él me cuenta que le gustaría teñirse el cabello de rubio y que ha comprado unas velas aromáticas de limón para su habitación.

—Creo que te has tomado demasiado en serio tu apodo —le dije entonces.

—¿Tú crees? Porque estaba a punto de comprar una colcha de limones para mi cama.

—Creo que deberías combinarla con sábanas amarillas.

Por otro lado, Hyunjin pasa más tiempo de lo normal con su proyecto para el premio con Minho. Llega a casa con manchas de acrílico en sus manos y se despierta temprano para hacer anotaciones sobre lo que Minho ha escrito para su boceto de la obra. Ya no discuten en serio, más bien parece que lo hicieran por costumbre y en automático.

Jeongin y Jisung siguen con su dúo problemático en el hotel donde trabajan. Se despiertan temprano para tomar su café matutino en el balcón mientras Hyunjin y yo nos arrancamos los oídos en la décima octava alarma.

Cuando crearon la población humana tuvieron que equilibrar las situaciones, dos vagos complementados por dos productivos; así funciona. No soy yo quien pone las reglas, soy demasiado perezoso como para controlar el sistema de orden.

En Oktoffe experimentamos el mes más amplio en idiomas. Lleno de turistas, las señas con el dedo índice en alto y el traductor en la otra mano fueron nuestro método de comunicación. En los almuerzos nos contabamos los momentos más divertidos y al cerrar la tienda seguimos con nuestros paseos en la playa.

Mi álbum de fotos ya va por más de la mitad. El ochenta por ciento son fotos de Felix y no me siento culpable.

—¿Cuándo fue esto? —pregunta cuando le muestro las más recientes.

En la foto sale Felix dormido en la arena de la playa con un libro abierto tapando el sol de sus ojos.

—Fácilmente podría decir que cualquier día de tu vida.

Hay una mía junto a un cangrejo que Felix nos tomó como si fuéramos amigos, segundos después me empezó a perseguir con una clara amenaza en sus pinzas; nunca había temido tanto de un ser diminuto. Al lado hay otra donde Felix sostiene un helado con una abeja rondando en busca de ese dulce; su cara de desagrado es poética.

—No puedo creer que haya desperdiciado mi helado por una abeja —murmura cuando ve la foto. Yo sonrío con ternura.

La siguiente foto es el helado en el suelo y la abeja contenta consumiendo su postre gratuito.

—Nunca había visto a una persona gritar tanto cuando una abeja se posó en su hombro.

—Fue un impulso de supervivencia —replica y yo suelto una risa.

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⏰ Última actualización: Jan 17, 2023 ⏰

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Un verano amarillo - [Changlix]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora