MAPA ESTELAR (Capítulo 7) •UH, AH, AH•

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Sentía que el corazón iba a salir de mi pecho, me dolía, tenía miedo de pedir a Lilith, no sabía que hacer, no podía salir, no tenía un teléfono para pedir ayuda, estaba muriendo de desesperación, Lilith estaba muy golpeada y todo por mi culpa.
Tomé a Lilith entre mis brazos, la llevé a su cama, limpié sus heridas, su carita estaba llena de moretones, su cuerpo estaba lastimado, no podía entender como ella había sido capaz de arriesgar su vida por un perfecto extraño, no lograba entender la nobleza que vivía en ella, era demasiada mujer para cualquiera.
Pasados unos minutos ella volvió en sí, me vio y sonrió, la abracé muy fuerte.

—Auch espera, ¿qué no ves que me dejaron como a actor de la película La pasión de Cristo? Ja, ja, ja, ja, auch.

—No logro entender como le haces para reír aún después de todo lo que pasó, Lilith, por favor perdóname, y entiende que tengo que irme de aquí, no puedo permitir que te lastimen por mi culpa o peor aún, lastimarte yo.

—¿Y a dónde vas a ir? Si te irás a un lugar seguro, adelante, si buscas ir en busca de tu ex, adelante, yo no voy a detenerte.

—No, ya no quiero eso, creo, es que Lilith, las cosas han cambiado mucho, muchísimo, me has puesto el mundo de cabeza, pequeña.

Sonrió, sonrió de una manera que solo ella sabía hacerlo, sus ojitos se achinaban y sus labios se veían más provocativos que en cualquier otra situación.

—Ayúdeme a alcanzar el celular, debo llamar a Cat, necesito que haga unas cosas por mí.

Le pasé su celular, la escuchaba contarle todo a Cat y luego decir —estaré bien, Cat, que no, que no es su culpa, a ver pon atención, te enviaré una lista de lo que necesito que me traigas, ¿ok?

Terminó la llamada, me vio y volvió a sonreír.

—Cat me odia, ¿verdad?

—No debe preocuparte si Cat te odia, preocúpate cuando yo te odie.

Sentí que sus palabras se me clavaron en la memoria.

—Apolo, cuéntame más de ti, quiero conocerte.

—¿Qué quieres saber?

—Todo lo que me quieras contar.

—Antes de que me metieran a la cárcel vivía solo, creo que a nadie le importo, vivía en mi rutina, de la casa al trabajo, del trabajo a casa de mi ex a ver a mis bebés, de ahí al gimnasio y luego a casa, los lunes daba clases.

—¿A qué te dedicabas?

—Soy Sommelier, bueno... era.

—Iuhg, no me gusta el vino, sabe horrible pero si amo el clericot

—No me digas eso, yo te voy a comprar un buen vino.

—Ok, pero me le pones frutita picada.

—¡Qué no!

—¿Por qué nunca saliste de tu rutina? Podías tener una mascota, ¿no crees?

—Tú ya me sacaste de mi rutina pequeña, Lilith, pero con respecto a lo de la mascota, no tengo tiempo para cuidarlas.

—Podría ser un pez.

—Ja, ja, ja, ja, no eres la primera que me dice eso.

—Cuando te vayas de aquí, te regalaré un pez, es más elijamos el nombre de tu pez.

—Se llamará Tiburoncín.

—Uh, ah, ah —dijimos al mismo tiempo, seguido de una carcajada.

—¿Sabes que Buscando a Nemo es de mis películas favoritas, aunque mi película infantil favorita es El origen de los guardianes, ¿y la tuya cuál es? —preguntó muy emocionada, parecía una niña chiquita, me ponía tanta atención.

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