☼︎Diecisiete☼︎

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Llegó a su casa con el peso de los años empujándole la espalda, suspiraba y rebuznaba queriendo tan solo tirarse a la cama y dormir un mes entero

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Llegó a su casa con el peso de los años empujándole la espalda, suspiraba y rebuznaba queriendo tan solo tirarse a la cama y dormir un mes entero.
¿Por qué estaba tan cansado? No había hecho ningun tipo de actividad física y no era como si hubiera estado despierto por mucho tiempo... sin embargo era cierto que el estrés que le causaba estár a punto de ser padre sumando el peligro que su esposo estaba pasando por culpa de dicho embarazo y más encima su encuentro con USA, frente a quien quebró y lloró sin quererlo... pues era agotante.

Pareciera que sus quejidos eran muy altos, porque ni siquiera llegó a tocar la puerta antes de que otro país la abriera desde dentro por él.

Venezuela lo miró de arriba a abajo, juzgándolo fuertemente.

- Pana ¿Te acuerdas cuando dije que te veías más feo de lo normal? - Le recordó con una ceja levantada

México asintió con cansancio, no tenía ganas de tener una conversación.

- Bueno, discpulpame, retiro lo dicho... estás peor - Acabó, cruzándose de brazos

El mexicano miró al suelo y soltó un sollozo simplemente por el sueño que tenía, hasta que el venezolano le puso una mano en el hombro para llamar su atención.

- ¿Estás bien? - Le preguntó con preocupación

El mexicano suspiró hondo.

- Solo quiero ver a Arge... - Confesó con la voz quebrada - ¿Estás tú solo? ¿Y Ecuador? - Preguntó al notar la ausencia del ecuatoriano, era raro ver a los hermanos separados

- Ah, Ecu se fue con el mamahuevo de Perú, se están haciendo panas... - Le explicó, desviando leve la mirada, claramente nervioso por saber si su hermano estaría bien o no - Quieres, eh... ¿Quieres que los deje solos? Ya me iba de cualquier manera, tengo asuntos que atender - Sugirió

El norteño se lo pensó por unos momentos y finalmente asintió, así fue como Venezuela salió de la casa, dandole una pequeña caricia en el brazo como tratando de alentarlo cuando pasó junto al mexicano.

México caminaba por su casa, sintiéndose infamiliarizado en el silencio... odiaba la falta de sonido, la aborrecía desde lo más profundo de su ser... le recordaba a ese momento en aquel hospital, esperando alguna señal para saber si su esposo estaba bien y, sin importar cuantos países llenaran las salas, el ambiente estaba mudo, como si México se hubiera vuelto sordo de repente.
Hasta ese día aun no sabía si todo estaba realmente en silencio o si su mente abrumada, ansiosa y desesperada le había dado esa falsa imagen de la situación.

Desde que el gupo entre él y los sureños había empezado, nunca había oído su propio hogar tan vacío...

No fue hasta que llegó a su habitación, y se encontró con Argentina mirando sonriente algo en su celular que por fin pudo sentirse como si estuviera en casa otra vez.

- Operación bebé -Donde viven las historias. Descúbrelo ahora