☼︎Once☼︎

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Ese día el cielo estaba especialmente nublado, pintado casi completamente de blanco, el celeste tras las nubes imposible de ver.
Bastante temprano a la mañana, el viento soplaba de manera fuerte, haciendo los árboles sonar cuando sus hojas chocaban las unas con las otras.

Caminando rápido, usando su brazo para empujar el viento, estaba el país ecuatoriano.
Un poco más atrás iba su hermano, aparentemente molesto y cansado.

- Ñaño ¡Te estás quedando atrás! - Avisó a su hermano, mirándolo por sobre el hombro

Venezuela dejó un bufido escapar, adelantándose un poco para tomar al menor por su mochila y acercarlo a él.

- Quizá no me quedaría tan atrás si no corrieras todo el tiempo - Respondió, pasando su brazo por el hombro del más joven - La casa de Argentina y México no irá a ningún lado ¿Sabes? - Bromeó, sonriéndole

Ecuador desvió la mirada en un suspiro.
Sonriendo y moviendo su mochila, para que quedara frente a él, volvió a hablar.

- Es que encontré estos libros de paternidad - Le contó con gran emoción, asomando varios libros de aquella mochila - Supuse que eran de nuestro padre y pensé que podían interesarles - Los ojos del ecuatoriano brillaban con una emoción mayor, como si ya quisiera llegar al lugar y mostrarle a sus amigos lo que había encontrado

Venezuela ignoró el reconocer esos libros y tan solo rió enternecido por la alegría de su hermano.

- Últimamente estas burda de interesado en esos dos ¿Eh? - Señaló con curiosidad el de estrellas, ocultando sus manos en los bolsillos de su pantalón

- Bueno... están a punto de tener un hijo... - Respondió en un murmullo, algo confundido. Después el pánico inundó sus ojos - ¿Crees que estoy demasiado emocionado? ¿Los estoy incomodando? - Preguntó de manera nerviosa y preocupada

El venezolano volvió a reír, sonriendo hacia el ecuatoriano para calmarlo un poco.

- No, está chévere - Lo tranquilizó en voz suave - Estoy seguro de que les encanta tu entusiasmo - Terminó diciendo, antes de despeinarlo de manera rápida

Ecuador se quejó y trató de acomodarse el cabello mientras su hermano tan solo lo observaba, en sus ojos había un extraño orgullo.

Tuvieron que seguir caminando en contra del viento hasta llegar al hogar de los otros dos países latinos, esta vez en un paso más tranquilo pero apresurado.
Venezuela fue el primero en acercarse a tocar la puerta, en una manera rítmica y energética, como una melodía.

Escuchaban un movimiento lento dentro del hogar, como pies arrastrándose por el suelo de manera cansada.
Pronto la puerta se abrió, revelando a un adormilado mexicano, bostezando y suspirando, con sus ojos con ojeras apenas abiertos.

Venezuela lo miró de arriba a abajo con una ceja levantada.

- Pana ¿Qué te pasó? Te ves más feo de lo normal - Preguntó este mismo

Como respuesta, México tan solo tomó aire y soltó un suspiro tan largo como sus pulmones permitían, para después dejarlos pasar a la casa.

Una vez dentro, el de estrellas apoyó con delicadeza su mano en el hombro del norteamericano, lanzándole una mirada preocupada, tratando de descubrir que era lo que había pasado.

- Últimamente no he podido dormir... - Confesó, pegando sus ojos al suelo - El segundo mes me trae... recuerdos... - Agregó en un susurro dolido

Venezuela le regaló un mirar cargado de simpatía, para después acercarlo lentamente hacia su cuerpo, rodeándolo con sus brazos de manera reconfortante, tratando de brindarle un poco de confort.

- Operación bebé -Where stories live. Discover now