☼︎Veintiuno☼︎

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En el silencio cálido se escuchó su suspiro enamorado como si estuviese soltando un latido de su corazón en forma de aire, el mundo brillaba en esos momentos al igual que sus ojos enternecidos. Esos eran los momentos en donde tan solo amaba tanto que no diferenciaba el calor del sol con el de su propio cuerpo. La piel le suplicaba besos y caricias, tener entre brazos a quien amaba y no soltarlo nunca más, mientras que sus ojos estaban contentos con tan solo observarlo... observarlo como hacía en estos momentos.

Miraba a Argentina sentado contra el sillón con la espalda doblada, mordiendo algún lápiz con su mueca chueca, frunciendo el ceño en señal de concentración mientras escribía algo en la laptop que tenía en sus piernas, le pegaba la luz del sol a un costado del cuerpo y lo iluminaba con ese brillo amarillo-anaranjado que lo hacía verse como un completo ángel a ojos de México.
Le parecía tan tierno cuando Argentina se ponía a trabajar... ponía esa cara seria y concentrada, pareciendo casi que estaba de mal humor, de vez en cuando se mordía los labios o doblaba la cabeza y entrecerraba los ojos... México se lo quería comer a besos en esos instantes, es más, la única razón por la que no diría que "Era capaz de verlo horas de esa manera" es porque no aguantaría tanto tiempo sin tirársele encima a abrazarlo y besarlo como nunca antes.
Una vez lo intentó, y ahora estaban esperando un hijo.

- ¿Está todo bien? - Argentina le preguntó entre curioso y preocupado después de escucharlo suspirar

Ver como casi inocentemente Argentina dejaba su cara seria para mirarlo a él... le parecía una obra de arte.

- Nada... solo te aprecio - México le sonrió con un cariño capaz de arrasar con todo el mal en este mundo - Estás bien pinche bonito ¿Sabías eso? - Le dijo, apoyando su cabeza entre sus manos para poder mirarlo mejor

Ese brillo en sus ojos era tan puro que Argentina se sintió pegado a ellos como imanes... así como la primera vez que vio a México entre una multitud de paises, bien arreglado y con el pelo desatado, y descubrió que quería pasar a su lado toda la vida.

El argentino se removió en su lugar por unos momentos en donde las sonrisitas bobas se le escapaban de los labios sin que nadie pudiera atraparlas, desvió la mirada con la cara roja... no podía negar que sus palabras le habían despertado una pequeña pizca de orgullo en el pecho.

- Basta, no empieces con las palabras bonitas porque ya sé dónde querés llegar... y yo estoy trabajando - Le advirtió con un leve güiño y un tono severo

- Déjale el trabajo a tus representantes... - Insistió el mexicano, parándose de su asiento para acercarse más a su esposo, poniendo las manos sobre el sillón e inclinando todo su cuepo hacia él - Esos labios me están pidiendo que los bese - Agregó en un tono lévemente pícaro, mirándo hacia los labios del argentino como si les hablara directamente a ellos

- Bueno, no les hagas caso - Argentina respondió sin desviarle la mirada, a pesar de que su tono fuera serio, el brillo juguetón en sus ojos mandaba otro mensaje...

El tricolor hizo caso omiso, cerrando la laptop del argentino y colocándola en la mesa sin dejar de mirarlo a los ojos por un segundo. Agarró al argentino con suavidad y lo elevó lo mínimo necesario para acomodarlo mejor enfrente suyo, poniéndose entre sus piernas cuando lo acostó nuavamente.

- AH, atrevido - El argentino lo miró de arriba a abajo con una sonrisa burlona pero sin soltar ni una queja

- Pero te encanta eso de mí ¿O no? - México respondió con la misma picardía de antes, mordiéndose la lengua mientras se acercaba incluso más al rostro de su amado

El sureño puso los ojos en blanco y se mordió el labio, maldiciendo en su mente la cebilidad que tenía cuando México se ponía de esa manera... solo necesitaba un par de palabras suyas para perder las defensas y eso era algo que nunca había cambiado.

- Operación bebé -Where stories live. Discover now