[17] Alucinando con los muertos

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Sobre la mesa, los rumores de Armuniya no faltaban

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Sobre la mesa, los rumores de Armuniya no faltaban. Eran muchos quienes habían oído hablar sobre aquel país que nació hace apenas unas lunas, y comenzaba a esparcirse como leyenda cualquier acontecimiento que involucrarse su gobierno y su gente. Los criados que servían para el magister de Pentos, anfitrión de la familia Targaryen y los Líderes de la Isla de las Lágrimas, estaban poniendo atención a la conversación que mantenían los Targaryen y los líderes esposos. Para ellos no era de extrañarse que el príncipe Daemon era quien mantenía la conversación viva e interesante en la mesa. Esa actitud fuerte e inteligencia incitaba a saber información de cualquier persona que llegase a conocer, porque «en este mundo, todos son enemigos». 

—Nuestras tierras fértiles son aptas para está hermosa plana —Iris habló  —; hemos estado cosechando este cacao durante más de media año solo para usted, señorío.

De respuesta hubo un un brillo en sus ojos al pensar en un delicioso postre sobre la bandeja de plata. Amarga fue su decepción cuando se trababa de un pastel bañado en un color extraño, para nada apetitoso. Un color obscuro. La sorpresa en los invitados no se esperó; Iris personalmente se encargo de cortar el postre y entregar un pedazo al señorío de Pentos. Luego volvió a su lugar sin decir una palabra. La mirada de Meidas incitaba al hombre para que diera un bocado a su pastel, pero por más que los ojos castaños de Meidas lo estuvieran observando, el señorío no se inmutó ni movió un dedo.

Tuvieron que ser ambos esposos los que le dieran el primer bocado del postre que se cocinó a manos de chef's de Armuniya con el cacao que trajeron para ellos. Fue decepcionante para las personas nacidas en las tierras de la armonía observar a la gente menospreciar su trabajo. Pero una vez que Iris y Meidas comieron, le siguió el anfitrión que no se esforzó en ocultar su rostro lleno de satisfacción y gusto.

Si se lo preguntan, el pan se derretía en su paladar sabiendo a un sabor amargo y dulce a la vez; un deleite. Laena expresó con la mirada su interés en probar aquel postre, pero no dijo ni lanzo alguna palabra. Fue la esposa de cabello negro quien se dio cuenta y ofreció un plato para ella.

—Quedarse con antojos sienta mal en el embarazo —dijo la mujer que se presentó en la mesa como Malafama, la Suprema Líder de Armuniya, y que durante los primeros minutos del banquete no había expresado palabra alguna.

Daemon fue el último que dudó de la comida. Observó a todos los invitados comer del postre y evito que su esposa se llevará la cuchara a la boca. Este gesto fue visto por Malafama, y ella siendo una mujer de carácter fuerte no dudo en levantarse de la silla y ser quien se encargarse de demostrar que el Chocolate no contenía ni una pizca de veneno. Fue de mal gusto y malos modales robar un pedazo de pastel con su cuchara usada, ¿pero qué importaba? Odiaba más ser vistos como enemigos que como salvajes sin modales. Daemon observó a la mujer de arriba abajo, recorrió con los violetas su nariz punteaguda, las pecas sobre las mejillas y los ojos negros profundos. Su primer pensamiento demostró decepción; no era cierto que la líder Suprema fue bendecida con un extraño color de ojos que, le otorgaban posibilidad de ver los Dioses. O al menos eso decía la gente del extranjero que ni en su vida ha pisado Armuniya o tendido una real audiencia con la Líder Suprema.

Traición por Amor || House Of The Dragon [Daemon Targaryen]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora