[31] Traición por amor...

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Mis palabras que desde el principio no tenían intenciones de ser miserables, lo fueron, y yo receptora; terminé en un amargo llanto que jure reprimir frente a él, frente a mi familia. De lo que pude hacer en el momento para rescatar mi poca dignidad fue encorbar la espalda y bajar los ojos para ocultar las lágrimas que rodaban de mi mejilla y se perdían sobre la arena. Pude murmurar una leve disculpa que, como suele pasar en este lado del charco, debió ser comparada como la disculpa de un esclavo a hacía su amo por ser un completo inútil.
Ambos nos mantuvimos en un alargado silencio que parecía volverse eterno con cada segundo que pasaba. Debí pasar tanto tiempo sumergida en mis pensamientos de arrepentimiento mirando como las olas chocan con la arena, que las niñas desaparecieron y los caballeros de turno se habían ido.

En plena media noche nosotros dos, los príncipes, nos encontrábamos de frente admirando el horizonte mientras nos protegiamos del frío con nuestros propios brazos. Miles de palabras llegaron a mi boca pero solo una deje salir: —Soné ridícula.

Sentí sus ojos recorrer mi perfil. —Pensar que los años sin ti fueron los más felices de mi vida es ridículo —fue su sorpresiva respuesta —. Procree una familia, dejé mi sangre, mi descendencia con sangre limpia, pero mataría por haber sido contigo. 

—No se puede.

—Lo sé.

—Habrías volteado a ver otra mujer, una amante; quizá mi hermana, quizá Laena.

—Lo sé. 

—No estamos hechos para amarnos. 

—... 

No escuche respuesta ante la certeza evidente del destino; nacimos para amarnos, no para estar juntos. 

El cielo, de azabache color, iluminaba nuestras sombras por la luz reflejada en las olas. No existió ruido alguno que nos interrumpiera, ni personas, ni animales. Eramos nosotros dos afrontando nuestros sentimientos encontrados, genuinos, recíprocos pero no significantes ante nuestros Dioses. Creí que era todo por hoy, que sería lo último que escucharía de él, hasta que le oí murmurar cuando estaba apunto de marcharme.

—Mi único arrepentimiento, fue no convertirte en mi esposa.

De él, el príncipe canalla, la oveja negra de la familia, el pícaro, fornicador, adultero, asesino, y sus miles de crímenes cometidos de joven y adulto, su único arrepentimiento fue no tomarme de esposa cuando pudo discursar sus pensamientos de remordimientos por todos los actos atroces. De él, que mi niña interior no esperaba nada, salió esas palabras y le vi derramar lágrimas silenciosas, entendí que siempre me amó. 

***

Las horas no son suficientes ni los días, por más que se encuentre cientos de maestres trabajando al mismo tiempo; del rey Viserys solo le quedaban horas, minutos, por mucho un día. Eso era el informe que recitaban los maestres a Lord Mano, sin saber que, dentro del bando de doce maestres, el más joven de ellos estaba infiltrado y servía fielmente a los Beesbury. LE notificó el horrible estado del rey y, por ordenes de su amo, lo alimentó y medicó para que su majestad pudiera respirar algunas lunas más. Cuando un cuervo enviado por Lord Beesbury arribó a Rocadragón, el primero en recibirlo fue un guardia de turno que notificó la llegada del mensaje al maestre de la princesa Rhaenyra. Madrugada del mismo día que Daenna y Daemon se encontraron en la playa, el maestre se halló víctima del sueño interrumpido para atender el quehacer que le corresponde. Sin embargo, cuando abrió la puerta de su recámara, ya no existía más el hombre que tocó. Volvió a la cama creyendo que fue el viento, sin saber que el mensaje había sido robado por la princesa Daenna. A su vez, tres hombres, dos de ellos con raíces de Essos, lograron infiltrarse con éxito a Rocadragón, consiguiendo lo que líderes de batallones enemigos nunca pudieron; entrar a la isla ancestral de los Targaryen.

Traición por Amor || House Of The Dragon [Daemon Targaryen]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora