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~Café SasuHina~

CAPÍTULO: 26

«El café fuerte me resucita, me causa un escozor, una carcoma singular, un dolor que no carece de placer. Más me gusta, entonces, sufrir que no sufrir»

~Café SasuHina~

—Gracias por su compra —dijo el empleado que atendía a Hinata esa mañana.

Hinata le regalo una pequeña sonrisa que no llegaba a sus ojos. Tomó su café y fue a sentarse en una de las sillas giratorias cercanas a la barra. Hinata no pudo o simplemente no quería sentarse en la que, una vez llamó como su mesa. Demasiados recuerdos que la llenaban de alegría, pero también de una profunda tristeza.

Sus ojos cual perlas miraron el líquido de su taza, el marrón claro que se movía en ondas cada vez que tocaba la porcelana, allí se vio así misma, sus tristezas y melancolías. Con un suspiro llevó la taza a sus labios y bebió el café como si agua se tratase, ignorando el ardor punzante de sus labios y lengua.

Una vez terminó, pago su cuenta y se fue. No teniendo las energías para seguir en aquel lugar.

Abrió su sombrilla y caminó por la calle bajo una pequeña llovizna, a pesar del tiempo las calles están concurridas y las tiendas decoradas con arreglos en blanco. El 14 de Marzo o mejor conocido como el día blanco. Un día dedicado para que los hombres que habían recibido un chocolate en San Valentín dieran un obsequio a las mujeres, ya sea para devolver sus sentimientos o simplemente por obligación.

Hinata miró a algunas parejas que iban juntas bajo una sombrilla y en su corazón sintió una punzada, por primera vez en su vida Hinata se había sentido celosa. Un sentimiento que no le alegro en lo más mínimo.

Sus piernas avanzaron con más velocidad para sacarla de allí, llegó a un parque y para su mala suerte las parejas eran más abundantes allí. Con un suspiro bajo un poco su sombrilla a su espalda para mirar el cielo donde se podía ver los rayos del sol y como las nubes de lluvias grises poco a poco se iban alejando.

Ya pronto dejaría de llover.

Una melodía animada llegó a sus oídos e inconscientemente caminó hacia ella, y cuando al fin volvió en sí, miró la pista de baile en la que exactamente un mes atrás bailo con Sasuke. Sus pasos vacilaron y se quedó parada torpemente mirando a las personas que bailaban o simplemente se refugiaban de la lluvia.

Con un revoltijo de sentimientos nada agradables en su pecho se dio la vuelta para volver a casa.

—¡Oye!

Sus tacones resonaban en los charcos de agua y la lluvia sonaba más fuerte en sus oídos.

—¡Detente ¡Dattebayo!... ¡Hi-Hinata-chan!

Hinata hizo eso mismo cuando escuchó su nombre, confundida giró para ver quien la llamaba.

—¡Oee! ¡Por aquí dattebayo! —gritó un chico rubio, pero Hinata no se fijó en él más que en su cabello, sino en la persona que ayudaba a caminar.

—¡Sasuke-kun! —susurró y así simplemente todos los malos sentimientos de su pecho se fueron al verlo, pero otros nuevos los reemplazaron, entre ellos la preocupación.

La sombrilla resbalo de sus manos y antes de darse cuenta estaba corriendo hacia él.

—Hinata —murmuró Sasuke y si no era porque la Hyūga estaba justo a su lado no lo habría podido oír.

—Oh, Sasuke-kun —Hinata quería abrazarlo pero temía hacerle daño. Sasuke no se veía bien, nada bien. Vendas cubrían su frente, y jamás lo había visto tan pálido, casi como un fantasma y debajo de sus ojos había oscuras ojeras.

Fue en el momento que lo detallo que se dio cuenta que llevaba ropa de hospital.

—¿Sasuke-kun que pa… —la mujer no pudo terminar de hablar cuando el Uchiha se acercó a ella y la abrazo con toda su fuerza.

—Lo… siento. No puede llegar a nuestras reuniones —se disculpó Sasuke en su oído.

Las lágrimas comenzaron a llenar los ojos de Hinata mientras lo abrazaba, su fuerza no era suficiente para aguantarlo, pero dos brazos fuertes sostuvieron a Sasuke evitando que callera, la Hyūga miró al dueño de los miembros encontrándose a un rubio de ojos azules y curiosos bigotes en el rostro.

Ella le dio una sonrisa de agradecimiento y seguidamente volvió su atención al hombre que la abrazaba como si fuera lo más valioso del mundo. Hinata se separó un poco de él, lo justo para mirarlo al rostro. Y lo más delicadamente posible tomó su rostro entre sus manos.

—Es-Esta bien, Sasuke-kun —ella le dedicó una sonrisa a pesar de sus lágrimas—. A-Ahora estas aquí.

Sasuke levantó una mano y le secó una mejilla, pero nuevas lágrimas tomaron su lugar.

—Nuevamente te hice llorar.

Hinata tomó la mano en su mejilla y la presionó contra su rostro, sintiendo la calidez en ella.

—Sasuke-kun, yo… a… a mi… me gustaría ser tu no-novia —declaró Hinata con un enorme sonrojo en el rostro.

Sasuke sonrió brillantemente acompañado de un pequeño colorete en sus mejillas, una sonrisa que Hinata estaba segura que jamás olvidaría. Él se acercó y sus frentes se juntaron así como la punta de sus narices, Hinata fue capaz de sentir su aliento y sin más cerró los ojos, pero antes de que sus labios se tocaran Sasuke comenzó a caer.

—¡Sasuke-kun!

—¡Teme!

—¡Malditas piernas! —gruñó Sasuke.

—Sasuke debemos volver al hospital —dijo el rubio estabilizando al Uchiha—. Tu madre ya debe estar haciendo un escándalo al no verte en tu cama.

En ese momento Hinata cayó en cuenta de lo débil que se veía Sasuke y tal vez lo rosado de sus mejillas no se debía a la vergüenza sino a una fiebre.

—Hina…ta —musitó él.

—Iré contigo —le aseguró con firmeza, sin tartamudear.

Él le sonrió y así los tres se dirigieron al hospital. Donde los esperaban un grupo de personas realmente enojadas y donde descubro que el joven rubio se llamaba Naruto, el cual fue regañado severamente por sacar a un paciente del hospital.

En algún momento del viaje Hinata se dio cuenta que había dejado de llover.

~Café SasuHina Continuará~

Nota de Autor:

¿Quién quiere matarme por no darles un beso? ¡Quien sea diga YO!

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