XXVI

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CAPITULO +18

            El cuerpo curvilíneo de Olivia me está matando, hace varios días no hemos podido vernos por asuntos del club

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            El cuerpo curvilíneo de Olivia me está matando, hace varios días no hemos podido vernos por asuntos del club. Estamos cargados de mierda, pero eso ahora va a pasar a segundo plano, ahora solo somos mi mujer y yo, y todas estas ganas que nos hacen volar la cabeza.

No sé cómo logro abrir la puerta, pero cuando lo logro, la cierro de una patada y apoyo a Liv en ella, mientras mis manos se pierden dentro de su vestido para apretar ese hermoso culo que tiene, ella gime ante el tacto de mis manos y arquea su espalda, dejándome sus tetas prácticamente en mi cara, y yo entierro mi cara entre esos dos valles, deseando que sea mi pene en vez de mi cara el que esté entre esas dos preciosidades. Joder, siento que podría correrme dentro de mis putos pantalones en este momento, todos estos días me he tenido que conformar con mi mano, que en nada se parece al placer que me da esta hermosa mujer, mi mujer, porque estoy más que decidido a pedirle que sea mi Vieja Dama, joder, me la imagino follándome únicamente con su chaleco de propiedad, ¡mierda!

Enseguida mis manos suben el vestido para quitarlo, me contengo las ganas de rasgar esas telas, no puedo porque mi mujer no tiene otro cambio de ropa, así que tengo que contenerme. Cuando termino de sacarle el vestido gruño, porque sus tetas estaban libres en ese vestido, sin ningún puto corpiño que pueda cubrirlas.

-Ese vestido no puede ir con corpiño – me dice Liv retándome con la mirada, y yo vuelvo a gruñir.

-No puedes mostrar estas preciosuras, son mías – le gruño mientras tomo con brusquedad uno de sus pezones con mis dientes, ella suelta un gritito en medio del dolor y de un gemido de placer.

-No se las mostré a nadie, tenía el vestido puesto – me reta como puede, mientras intenta no gemir de placer, yo solo la miro y muerdo un poco más – Hunty – gime.

-¿Sabes lo que va a pasar? – niega con la cabeza, perdida en el placer mientras yo chupo y lamo su otro pezón – Contéstame.

-¿Qué va a pasar? – pregunta cuando chupo con fuerza el pezón, haciendo que le duela, pero sé que eso solo la excita más.

-Te voy a castigar – le digo y ella gime con fuerza, yo la despego de la puerta y camino a ciegas, sin prender una sola luz hasta mi dormitorio, donde ahí sí que prendo la luz, porque quiero ver a mi mujer en todo momento.

-¿Qué me harás? – me desafía cuando la bajo de mi para poder sacarme la remera y el chaleco, estaba a punto de sacarme el pantalón, pero su tan atrevida respuesta me hace cambiar de parecer. La tomo de la cintura y la llevo hasta la cama, donde me siento y la acuesto sobre mis piernas, su panza sobre mis piernas y su hermoso culo expuesto para mí.

-No debiste decir eso pequeña – le digo mientras dejo una caricia en su glúteo derecho, dándole a entender lo que voy a hacer, espero que me dé su consentimiento, porque no sé si esto le gusta, pero ella solo me mira y se muerde el labio de forma seductora, otorgándome ese permiso que silenciosamente le estaba pidiendo. Entonces alejo un poco mi mano y dejo caer un golpe en su glúteo derecho, no fue fuerte, pero lo suficientemente fuerte para que escueza un poco, ella gime ante ello. Y cuando me aseguro que está bien y que le gusta, vuelvo a darle otra nalgada, pero esta vez en la izquierda, repito dos veces más mis golpes y cuando creo que es suficiente y que mis pantalones están a punto de explotar, decido terminar – Te ha encantado – digo feliz y aún más excitado, puedo ver como algunos de sus jugos se deslizan por sus muslos, esas pequeñas bragas no pueden contener tanta humedad.

(Re)encontrándonosWhere stories live. Discover now