Capítulo 2

5.9K 283 7
                                    

Mis mañanas nunca habían sido tan placenteras como esta. Literalmente.

El calor en la habitación era notorio, había mucha humedad, los vidrios de la sala se encontraban empañados y como no iban a estarlo, no nos habíamos podido despegar del otro en toda la noche.

Su piel se sentía caliente bajo mi tacto, supongo que la mía estaba en las mismas condiciones. Mis gemidos eran notorios, a estas alturas ya no me importaba callarlos, no cuando sentía toda su longitud entrar y salir dentro de mi, pero mi perdición llegó cuando una de sus manos hizo presión sobre mi sensible botón haciéndome gritar y arquear la espalda de puro placer.  

-Chris...

-Te ves preciosa diciendo mi nombre...mientras me montas- su voz ronca cerca de mi oído no hizo mas que aumentar mi libido. Mordí mi labio mientras me apretaba más contra su miembro, parecía gustarle pues un gruñido salió del fondo de su pecho.
Mis movimientos eran torpes y descoordinados, solo buscaba mi propia liberación. Estaba muy cerca del clímax y sus palabras me hicieron moverme más rápido -Córrete para mí preciosa- sin dudarlo me impulsé más rápido poniendo las manos sobre sus hombros montándolo una y otra vez hasta que llegué al orgasmo cayendo rendida sobre su hombro. Él sólo sonrió con satisfacción al oírme gemir su nombre y en un rápido movimiento me dejó sobre la alfombra de la sala -Mi turno- parecía un cazador y yo su presa.

Repartía besos húmedos por todo mi cuello mientras continuaba con sus embestidas, yo solo atiné a enrollar mis piernas en su cintura ganando un gruñido de su parte.

El ritmo de sus embestidas había aumentado haciéndome gemir sin control al sentirlo entrando y saliendo, tan duro, tan caliente.

-Maldición... ¡Chris!- arqueaba la espalda al mismo tiempo que arañaba su fuerte espalda ganándome innumerables gemidos de su parte.

-Estás tan apretada...- podía sentir su sonrisa sobre mi cuello mientras continuaba penetrándome sin piedad. Coló una de sus manos entre los dos frotando lentamente mi clítoris haciéndome gritar de placer, no me importaba el no poder caminar después de esto, esto se sentía jodidamente bien.
Empecé a apretarme contra su miembro mientras esa familiar sensación crecía en mi vientre.

-Córrete conmigo bonita- ronroneó sobre mis labios para luego devorarme la boca con pasión. Solo bastaron un par de embestidas más para que ambos llegáramos al clímax.

Dejó caer su peso sobre mi cuerpo, cuidando no hacerme daño, mientras nuestras respiraciones intentaban normalizarse.
Sentía su respiración en mi cuello provocándome cosquillas mientras yo me entretenía jugando con su cabello entre mis dedos. Después de un par de minutos me tomó entre sus brazos y como si fuera una pluma me dejó cuidadosamente sobre el sofá.

Mientras él había ido al baño tomé mi teléfono para revisar si tenía mensajes importantes sobre el trabajo. Estaba tan distraída que no noté cuando regresó a la sala sentándose frente a mi en la pequeña mesa de cristal que había en el centro de la habitación. Lentamente empezó a acariciar mis piernas, haciéndome reír suavemente, sus manos abrieron un poco mis piernas dejándome a su merced mientras él empezaba a dejar pequeños besos en la cara interna de mi muslo haciéndome suspirar.

-Podría hacerlo todo el día-me dijo con una sonrisa traviesa en el rostro para después hacer a un lado la tela de mis bragas empezando a frotar suavemente mi clítoris.

-Ya lo creo- suspiré echando mi cabeza hacia atrás disfrutando de sus movimientos hasta que me hizo soltar  un profundo gemido al sentir su caliente y húmeda lengua dibujando una "s" sobre mis pliegues. Al abrir los ojos pude ver su cabeza entre mis piernas obligándome a soltar un par de gemidos. Enrollé mis dedos en su cabello acercándolo más a mi femineidad mientras dejaba escapar un par de maldiciones.

Mis gemidos podían escucharse por toda la habitación hasta que el ruido de mi teléfono me había sacado de mi trance. Era una llamada de mi asistente, claramente no iba a contestar, estaba pasando un muy buen rato. Chris continuaba moviendo su muy experta lengua sobre mi sensible carne arrancándome gritos de placer al mismo tiempo que me tenía fuertemente agarrada de la cintura para no moverme ni un centímetro, pero mi teléfono no dejaba de sonar, por lo que tuve que alejar un poco a Chris para tomar la llamada. Tomé un poco de aire para calmar mi respiración y contesté.

-¿Qué pasa Leyla? Es mejor que alguien se esté muriendo para que me interrumpas- Chris me veía con esos hermosos ojos azules que ahora estaban más oscurecidos, recorrió mi cuerpo de arriba a abajo haciendo que un escalofrío recorriera mi cuerpo y terminara justo en mi centro.
Mientras yo seguía hablando con mi asistente las manos de Chris no se quedaron quietas y de un golpe introdujo dos dedos en mi interior obligándome a morder el interior de mi mejilla para no hacer ruido.

-¿Qué dijiste?- intentaba callar mis gemidos pero su boca y sus manos me lo estaban haciendo imposible.

-Date prisa, hay que ir a la casa en menos de media hora para cambiar todo...

-Si...no tardo- sin decir mas colgué y como si fuera su señal, la boca de Chris devoraba mi centro con lujuria haciendo que alcanzara mi tercer orgasmo de la mañana.
-Debemos irnos- aún con mis piernas temblando como gelatina me levanté del sofá para tomar mi ropa y empezar a vestirme.

-¿Por qué? ¿Qué pasa?- él también empezó a vestirse pero con duda en su cara.

-Mi equipo viene en menos de media hora para hacer los cambios en la casa y dudo mucho que quieras que nos vean por aquí- como pude acomodé unas cuantas cosas en la sala para que después los dos saliéramos corriendo de la casa hacia su auto.

Una vez dentro ambos reímos como tontos, era la primera vez en bastante tiempo que me sentía así de viva, era una lástima que estuviera por terminar.

-Te llevo a tu casa- me dijo mientras empezaba a conducir.

-No, no es necesario, mejor llévame a mi oficina, ahí tengo ropa. Además es temprano y no hay mucha gente que me vea llegando con la misma ropa de ayer- ambos reímos mientras conducía hasta mi oficina.

Cuando aparcó frente a un edificio en el centro de Boston supe que era momento de despedirme.

-Lo pasé muy bien, gracias por traerme- me quité el cinturón y bajé de su camioneta.

-No fue nada...- había un poco de confusión en su cara, claro, era de esperarse, quién te dice un simple "Gracias por traerme" cuando pasaron toda la noche cogiendo como conejos.

Había empezado a caminar cuando escuché el claxon de su auto obligándome a voltear una última a verlo.

-Dame tu número, por favor, quiero volver a verte

-No te preocupes, se dónde buscarte- sonreí coqueta y al tener una sonrisa de su parte empecé a caminar hacia el edificio. Volteé una vez más para ver como su auto se alejaba y cuando lo vi desaparecer caminé un par de metros más hacia uno de los edificios que se encontraban en la misma acera.

No le había dado la dirección real de mi oficina, sobre todo por seguridad, no podía verlo otra vez, no quería dejarlo entrar a mi vida.

No me digas que me amasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora