Capítulo 23

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6:00 am

-¡Dónde está!- me sostenía de la orilla de la camilla para poder estirarme y aminorar todo el dolor que estaba sintiendo en ese momento.

-Su esposo no tarda, no se preocupe- un enfermero se había quedado conmigo mientras Chris hablaba con mi familia por teléfono.

-No hablo de él- rodé los ojos -Hablo de la doctora, quiero la epidural- resoplé estirándome de nueva cuenta para calmar el dolor.

-Señorita Solano, me temo que habrá cambio de planes- la obstetra entró a la habitación -Los análisis de sangre indican que sus plaquetas están muy bajas, hay riesgo de que pierda demasiada sangre si aplicamos la anestesia.

Hice una mueca de fastidio que se borró segundos después cuando una nueva contracción apareció.

-Cielo, tu familia no podrá llegar, no hay vuelos disponibles- Chris había regresado a la habitación con el teléfono en la mano.

-¡Pues que conduzcan!- el dolor me estaba matando, sentía que en cualquier momento me abriría por la mitad.
La última vez que la doctora me había revisado seguía con 6 cm de dilatación pero ahora las contracciones eran cada 4 minutos.

-Tu mamá no tiene auto...

-¡Maldición Christopher! solo diles que vengan...- mi cerebro solo se podía enfocar en el dolor, no podía pensar en soluciones para que mi familia llegara a tiempo al hospital.

8:30 am

-¡Ya viene!- mis gritos de dolor seguramente se escuchaban por todo el hospital.

-Respira linda- Chris acariciaba mi espalda mientras me decía como respirar, "ja, cómo si no lo supiera".

-¡Cierra la boca, eso no sirve!- llevaba 20 minutos sentada en una pelota de parto, según el enfermero ayudaba a abrir la pelvis y estimular al bebé para que bajara y estuviera listo para el parto, pero no funcionaba. Ahora las contracciones aparecían cada 2 minutos y solo había logrado dilatar 1 cm más -¡Distráeme! esto es tu culpa.

-Amm...llamé a mi mamá y no tarda en llegar...

A penas si podía escucharlo, mis quejidos superaban por mucho el sonido de su voz.

-¿Te gustó el capítulo de Star Wars?- podía notar el nerviosismo en su voz, ya no encontraba qué más decir.

-¡Lo odié!- tomé aire al mismo tiempo que me inclinaba hacia adelante por el dolor, cerré los ojos y respiré profundo mientras la contracción pasaba.

-Espera...¿Cómo que mi culpa?

-¡Tú metiste esto dentro de mí y ahora yo tengo que sacarlo!

-No se preocupe, muchas mujeres le gritan a sus esposos en ésta parte del parto- el enfermero buscó la manera de calmar a Chris y decirle que no había sido culpa suya el que ahora estuviera actuando como una loca.

9:45 am

-¡Ahh! ¡No sabes cuánto te odio!- un dolor desgarrador recorrió mi cuerpo cuando una contracción más apareció.

-No me odias, amor, solo son las hormonas

-Créeme que no son las hormonas- otro grito salió de lo profundo de mi pecho intentando liberar el dolor de mi cuerpo -¡Ay Dios! ¡Duele mucho!

-¿Qué dijo?

-Que me ama demasiado

A veces, en medio del dolor, gritaba o maldecía en español, de alguna forma lo sentía liberador, seguramente Chris no entendió lo que dije, pero el enfermero que preguntó tampoco lo sabía.

No me digas que me amasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora