Capítulo 3

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Entré al edificio de la empresa de arquitectura en dónde trabajaba, subí hasta mi oficina y abrí el pequeño armario para sacar la muda de ropa, siempre la tenía conmigo en caso de emergencia.

Tomé una ducha rápida, me cambié y en menos de media hora ya estaba regresando a la casa donde había pasado toda la noche con Chris. Bajé del taxi y me acerqué a mi equipo que ya se encontraba ahí.

-¿Dónde estabas? Llegas muy tarde, llevamos 15 minutos aquí, necesitamos tu permiso para entrar, los plomeros aún no llegan, tenemos un retraso de tres horas y...

-Tranquila Leyla, saldrá bien- Leyla era demasiado nerviosa, a veces me recordaba a un pequeño chihuahueño, temblando de un lado a otro y asustado por todo. Tomé las llaves y abrí dejando pasar a los miembros de mi equipo.

-¿Qué pasó aquí?- escuché decir a uno de los trabadores y sin dudar fui a dónde él se encontraba.

Para empezar, habíamos dejado una ventana abierta, unos cojines seguían tirados en el piso y habíamos roto un par de jarrones que se encontraban en la cocina, a decir verdad, creí que sería algo de lo que tendría que preocuparme.

-Seguramente entró un gato por la noche- me encogí de hombros intentando no reír -Vamos a trabajar

Pasamos toda la tarde y parte de la noche sacando y trayendo cosas, cambiando muebles y accesorios. Pusimos las cortinas verde esmeralda para que "combinaran" con un espantoso sofá amarillo con estampado floral que el cliente eligió, todo estaba bastante alejado de los colores neutros que había elegido desde el principio, pero bueno, no sería mi casa. Y como la alfombra también la querían cambiar, decidí quedarme con ella, era bastante bonita y me traía muy buenos recuerdos. 

Después de un largo día de trabajo agradecí a mi equipo y los despedí para que pudieran ir a casa.

Tomé un taxi y mientras iba camino a casa recordé algo, la pastilla. Bajé en la primer farmacia que vi y la tomé de inmediato, aún estaba a tiempo. Una vez que la tomé, más tranquila regresé a casa.

Estaba muy cansada para cocinar, así que pedí a domicilio y una vez que llegó la comida me recosté en el sofá arropándome mientras veía "The Family Stone" era de mis películas favoritas para esta época del año. 

No supe en que momento me quedé dormida hasta que la alarma en el teléfono me despertó. Me levanté sintiendo una horrible punzada en el cuello, eso me pasaba por dormir en el sofá. 

Hice la misma rutina de todos los días, me bañé, preparé mi desayuno y fui a mi oficina, por la noche rechacé de nuevo la invitación de Miranda  para ir por unos tragos, regresé a mi departamento y me metí en la cama mientras veía otra película navideña. 

3 meses después 

Estaba vuelta loca, estaba segura de que había puesto unas muestras de telas sobre mi escritorio pero no las encontraba.

-¡Leyla!- grité a mi asistente desde adentro de mi oficina mientras revolvía los papeles que tenía frente a mi intentando encontrar esas muestras.

-Dime

-¿No has visto una...- empecé a hacer señas con las manos intentando simular la carpeta con mis muestras -Necesito unas telas para mostrarlas al cliente

-¿Es una carpeta blanca?

-Si

-Ya las entregamos, me dijiste que si las podía guardar en el archivero- dijo señalando el mueble blanco que se encontraba en una esquina de la oficina -¿Lo olvidaste? 

-¡Cierto!- me quedé quieta por un momento intentando recordar.

No se que me estaba pasando, pero últimamente estaba bastante distraída, olvidaba las cosas, desde dónde había puesto las llaves de mi casa hasta no saber si había entregado papeles o informes de los proyectos en los que estábamos trabajando, tal vez necesitaba unas vacaciones.

Una semana después me encontraba tirada en el pequeño sofá que tenía en mi oficina, me sentía muy mal, mi estómago estaba revuelto, no toleraba comer algo. Por la mañana a penas había desayunado un tazón de cereales cuando las nauseas se apoderaron de mi cuerpo y tuve que correr al baño a volver lo poco que había comido.  

Un tenue ruido en mi puerta me hizo medio abrir los ojos.

-Pasa

-Vaya, te ves muy mal- le di una mala mirada a Leyla volviendo a cerrar los ojos.

-Gracias por decir lo obvio, puedes cancelar lo haya en la agenda? Necesito ir al doctor- me incorporé lentamente del sofá pues todo me daba vueltas.

-¿Te sientes tan mal?¿Será algo contagioso?- rodé los ojos al escucharla, si ya me sentía mal esa mujer terminaba de marearme de lo rápido que hablaba.

-Supongo que es una gastritis o una infección en el estómago- me puse de pie y tomé mi bolso -No tardaré mucho

Bajé del edificio y pedí un taxi que me llevara al médico más cercano. Mientras esperaba al doctor dentro de su consultorio mi mente empezó a divagar pensando en las posibles enfermedades que podría tener.

Una vez que llegó el doctor empezaron las preguntas de rutina, después me hizo recostarme sobre una camilla para palpar mi estómago. Todo iba bien hasta que él hizo mueca algo extraña, cosa que solo me puso nerviosa.

-Voy a hacerle un ultrasonido, sentirá un poco de frío- me puso un poco de gel sobre el vientre mientras no dejaba de pensar "¿Un ultrasonido?" "¿Será un tumor?" "¿Y si tengo una lombriz?" "¿O parásitos? Mi mamá siempre dice que debo tomar albendazol"  -Justo lo que pensé, está embarazada, ¡Felicidades!

-¿Qué?- levanté mi cabeza para ver al doctor quién tenía su vista fija en el monitor del ultrasonido

-Tiene de 10 a 12 semanas- dijo mientras seguía moviendo el aparato por mi vientre.

-Eso no puede ser, su aparato está mal o seguro dejaron la grabación de otra mujer aquí, yo no...no puedo- No no no, eso no estaba pasando -Soy muy irregular, seguro que es un bebé? puede ser un tumor o un quiste- estoy segura que el doctor quería reírse de mi o seguro ya lo estaba hartando con tanta tontería que salía de mi boca. 

-Señorita, le aseguro que no hay equivocación- giró el monitor para que lo pudiera ver bien.

Ahí estaba, se veía como un pequeño punto, más bien, como una bolita. Me limpié el gel y bajé mi blusa para después sentarme frente al escritorio del doctor.

Me dio una serie de instrucciones de lo que debía empezar a hacer, medicinas y complementos que debía tomar, también me dijo que para el tiempo que tenía el bebé o feto debería de tener un tamaño como de un limón o de una ciruela. 

Al salir del consultorio decidí regresar a la oficina a pie, seguía en shock y necesitaba tomar aire, demasiado aire para asimilar la noticia que me acababan de dar. ¿Un bebé? ¡Un bebé! Iba a tener un hijo de un completo desconocido. 

Cuando llegué al trabajo corrí hacia mi oficina arrastrando a Leyla conmigo. Cerré la puerta muy bien y bajé las persianas para que nadie nos viera.

-¿Qué pasó?¿Qué tienes?¿Es contagioso?

-No, no es eso, es que yo...- dudé por un momento cómo decirle o si debía decirle -Recuerdas que hace un tiempo salí con Miranda y conocí a un tipo?- ella solo asintió sin dejar de verme -Bueno pues yo...- las palabras no salían de mi boca, no sabía que decir, solo sentí un retortijón en el estómago y de inmediato me acerqué al bote de basura junto a mi escritorio para vomitar. 

Cuando terminé limpié mi boca y miré a Leyla que me veía con cierto desagrado.

-Estoy embarazada

No me digas que me amasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora