Untouchable || Pablo Gavi & Tú. (En Pausa Indefinida)

Capítulo I.

El entrenamiento.

Un día más en este aburrido instituto privado de España. Ahora estoy en el comedor esperando a que mis amigos lleguen conmigo para almorzar todos juntos.

En mi bandeja solo se encontraba una ensalada enorme junto con un jugo de naranja. No es el mejor almuerzo, pero es lo que sirvieron este día aquí.

—Hola _____—.

—Hola Emma—.

—¿Estás bien?—

—Si, ¿por qué?—

—Te noto algo distraída, cosa rara en ti—.

—Estoy bi....—.

—Deja a _____, está muy distraída desde que conoció a Gavi—.

—Guarda silencio Mateo—.

—Pero si él solo dice la verdad— acotó Adrian sentándose al frente de mi.

—¿Te gustó Pablo?— cuestionó Sofi sentándose a mi lado.

—¡No!—

—Claro que sí. Todos nos dimos cuenta de que te gustó—.

—Son unos mentirosos—.

—Bueno, entonces no te interesa saber que su amigo Pedri y yo somos cercanos— espetó Adrian sorbiendo su jugo.

—Claro que no—.

—No sabes mentir amiga— aseguro Sofí.

—¿Qué quieren de mi exactamente?—

—Que aceptes que te atrajo Gavi—.

—¿Y dejarán de molestarme?— todos asintieron—. Muy bien, admito que sentí algo por Pablo, ¿felices?—.

—Totalmente. Ya la escuchaste Pedri—.

Tenía que estar en una pesadilla, Adrian estuvo todo el tiempo hablando con Pedri y había escuchado lo que admití.

—¡Genial! Esto debe saberlo Gavi— espetó del otro lado de la línea.

—No, por favor. No le digan nada de esto a Pablo, por favor—.

—Pero si Gavi no deja de hablar de ti. Es molesto si quieres saberlo—.

—Ni siquiera hemos cruzado palabra, ¿cómo puede hablar de mi?—

—Tienes razón. Vengan después de sus clases a nuestro entrenamiento, podemos presentarlos oficialmente—.

—¡NO!—

—¡SI!—

—¡Genial! Nos vemos más tarde. Adiós chicos—.

Fue cuando Adrian corto la llamada que tenía en su momento con Pedri, volteo a verme y me sonrió.

—¿Estás feliz de ver nuevamente a Pablo?—

—Juró que en este momento te odio Adrian—.

—Yo te amo amiga mía—.

—Lamento decirte que mi padre no me dejará asistir al entrenamiento—.

—No te preocupes— intervino Sofí—. Tu padre te dejará si nosotros se lo pedimos—.

—Lo dudó—.

—Temo recordarte que fuiste a ese partido gracias a nosotros— espetó Mateo.

—Lo sé, pero eso no quiere...—.

—Silencio— me interrumpió Emma—. Estoy llamando a tu padre justo ahora—.

Abrí mis ojos como plato, no podía estar llamando a mi padre ahora, ¿cierto?