De la conciencia

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Para escribir esto, he de decir que lo voy a relacionar con la atención, y será la primera parte de algo mayor. Es así porque, en tanto a la conciencia, hay mucho, o muchísimo que decir. 

Especialmente, me tomo el tiempo de escribir esto, porque creo que yo mismo he sido parte de la masa mayor que ignora la conciencia. Es decir, sé que no le he dado la suficiente importancia en muchísimos momentos, y, en por esto, que culpo a este descuido de muchos males. Ahí va anécdota:

Hace algunos años tuve la bella oportunidad de experimentar una de las cuantas relaciones tóxicas de las que he sido participe. En ese tiempo recuerdo que, con la universidad y los demás proyectos, apenas me quedaba tiempo para la relación. Y esto no me parecía mal, o al menos, no del todo, porque, con jornadas hiperproductivas, podía rendir con buenas notas, buen dinero de trabajos, y me quedaba algo de tiempo para relaciones familiares y la relación de la que les hablo.

Visto de esa manera, con el tiempo ahogando por el cuello, el agotamiento era inminente y pronto se transformaría en una constante. Así, pasados algunos meses, hubo una decaída que hizo notoria la toxicidad que yacía en la relación.

Para no alargar esto, quiero decir que, el estrés que me generaba una jornada tan apretada explotó en dejar salir lo duro que es llevar una relación dispar. Por semanas estuve decaído y, pronto, todos a mi al rededor empezaron a preguntarse el porqué de mi cambio repentino.  Así, se volvió una constante el cuestionamiento acerca de mi ánimo.

¿Qué tiene que ver esto con la conciencia? Nada, porque, lo que tiene que ver es lo que viene luego de esto.

La situación que vendría después es una más conocida por todos. Hablo de esa donde tú cuentas la versión propia de lo que te ocurre y todos empiezan a dar sus puntos de vista. Esta es común porque aplica en muchos casos; no solo en relaciones. Todos se creen plenamente conscientes de lo que te ocurre desde tu versión sesgada o tu cuento. ¿y tu conciencia? bueno, en mi caso, no existía, porque mi atención estaba tan concentrada en cumplir jornadas pesadas, que mi conciencia estaba restringida a la atención que ponía en mis tareas.

No quiero decir que todos los consejos son malos, ni que los puntos de vista de otras personas son erróneos, porque, muchos de los consejos que me dieron en aquel momento fueron útiles para mi vida. Y, muchas de las opiniones se hicieron claras cuando tuve el tiempo de reflexionarlas.

A contrario sensu, es de eso último de lo que quiero hablar. Sobre reflexionar.

Día a día vemos en nuestros celulares, televisores, computadores, y demás, a personas que quieren hacerse con nuestra atención. Es como si quisieran comérsela o absorberla para transformarla en dinero. Todo el mundo quiere tu atención, y están dispuestos a hacer lo que sea por conseguirla en favor de su engrandecimiento egoísta. Así, se transforma la conciencia casi en una responsabilidad intrínseca a nuestro ser.

Dicho de otra manera: Nos debemos a nosotros mismos la conciencia sobre nuestro propio mundo.

Recuerda que nosotros construimos nuestros relatos, y nuestra percepción se retroalimenta con la conciencia en forma de heurísticos. Nos debemos a nosotros desapretar la agenda para pensar por un instante. Quizá así evitemos que otros impongan su conciencia sobre la nuestra, sea por tecnología o desde las opiniones cercanas que se creen dueñas de nuestro ser. Nos debemos conocer cada aspecto de nuestro ser y de nuestro estar. 

Solo siendo conscientes de lo que somos y de lo que ocurre, podemos ser nuestra mejor versión.

Hacia el techo - Pablo MartínezWhere stories live. Discover now