DE CARA CON EL DIABLO.

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Ha amanecido. Alessio me encerró en una de las habitaciones de la cabaña. No he dormido nada. No he dejado de pensar en todo lo que ha pasado.

No dejo de pensar en la palabra "casarme" quiero pensar que todo esto es una maldita pesadilla. No soporto todo esto. Yo no quiero casarme con un maldito hijo de perra cómo lo es Alessio De Luca. No quiero estar toda la vida al lado de ese monstruo.

Pero si no lo hago... la abuela va a morir. Yo no podré con eso, no podré verla morir por mi culpa. Eso sería lo peor del mundo.

Él debió de haberme matado desdé un inicio. Debió de haberlo hecho.

La puerta se sbre y entra el maldito.

—Arriba —ordena serio.

—No quiero.

—No te estoy preguntando si quieres o no. Te dije que arriba.

Suspiro fastidiado y me levanto de la cama.

—¿Qué?

Se acerca y me toma de la barbilla con mucha rudeza.

—Será mejor que empieces a cambiar tú comportamiento conmigo, Dominic. Dentro de muy poco tiempo estaremos casados.

—No hace falta que me recuerdes que tengo que casarme contigo solo para salvar la vida de mi familia. Mi mente piensa en ello todo el tiempo.

—Hablo en serio. No te encantará verme molesto —me suelta —. Ahora vámonos.

—¿A dónde?

—Ven conmigo y punto.

Avanzo hacia la entrada junto con él y ambos caminamos a la pequeña sala.

Alessio me hace sentirme en uno de los sofas.

En el lugar se encontraba presente el rubio más odiado por mi ahora mismo. Ese tal Stefano.

—Ya están aquí —le dice a Alessio —. Realmente espero que sepas lo que estás haciendo.

—Lo sé. No te preocupes.

Volteo hacia la entrada de la cabaña al escuchar unos pasos. Un hombre de saco muy elegante se hace presente en la propiedad. Daba más miedo que Alessio.

Es alto, de aproximadamente unos treinta ocho años, su piel era blanca, tiene algo de barba, su mirada es más fría que la de Alessio, sus ojos azules son bastantes parecidos a los del maldito infeliz de Alessio. Dejo de suponer que son familiares.

—¿Para que me pediste qué viniera? —le dice a Alessio mientras iba hacia él —. Sabes bien que no puedo perder el tiempo.

—Padre créeme. Esto te puede ayudar mucho con tus asuntos —responden.

El hombre voltea hacia mi.

—¿Quién es él? —cuestiona el desconocido.

—Él es Dominic, Dominic Whitmore. Él es el muchacho al cuál Giuseppe le había dado el USB.

—¿Qué carajos estás diciendo? Se supone que ya debería de estar muerto. ¡¿Por qué no está muerto?! ¡Para eso estás aquí! —dice molesto.

—No levantes la voz. Sabes bien que no me gusta y que no suelo tolerarlo —dice Alessio.

—Quiero una explicación ahora mismo.

—Él no va a morir.

—¡¿Qué?!

—Lo que has escuchado, padre. Él no va a morir. Él es mío. Me voy a casar con él.

El hombre se queda sin palabras.

Esto se está volviendo muy aterrador.

—¿Has dicho que te vas a casar con él?

—Así es.

—Debe de ser una puta broma.

—No es una broma. Sabes que no me gustan las bromas.

—No puedes estar hablando en serio. Él es un gran peligro para todos nosotros. ¡No puede estar vivo!

—Sé bien que es un peligro para nosotros. Pero también puede traernos muchos beneficios padre.

—¿Ahora qué mierda estás diciendo? ¿Qué tipo de beneficios puede traernos todo esto?

—¿Recuerdas la polémica de hace dos años? La de Londres.

—¿Cómo olvidarlo? Te fotografiaron en un hotel de Londres con un maldito hombre de compañía.

—Recuerdo que todos te comenzaron a criticar por que no quisiste declarar nada al respecto. Te tacharon de homofóbico. Casi te hunden.

—¿A que quieres llegar con todo esto?

—Piensa un momento. Aún te siguen atacando por todo eso. Si la prensa se entera que tú hijo se va a casar con un chico americano todos los rumores que se han dicho sobre ti a raíz de lo de Londres desaparecerán para siempre. Callaras a todos los que dicen que eres un homofóbico de mierda. Serás visto ahora cómo un político el cuál apoya a la comunidad LGBT. Tú campaña obtendrá más votos. Te pregunto ahora padre... ¿Estarías dispuesto a dejar pasar la oportunidad de conseguir más votos? Estamos a muy poco tiempo de que sean las elecciones.

El hombre se queda callado.

—Eres inteligente padre. Confío en que sabrás elegir perfectamente.

—Suena bien. Pero... ¿Por qué él? Puedes casarte con otro.

—No quiero a otro. Lo quiero a él. Sí no me apoyas en esto entonces temo que esté sabueso matón tuyo cortará la correa.

—¿Me estás amenazando con irte?

—Yo sería incapaz padre. Solo quiero que pienses con demasiado cuidado las cosas.

Él se queda pensativo.

—No es una desición difícil, amado padre.

—¿Podrás controlarlo? —pregunta.

—Claro que podré. No sera problema.

—Bien. Entonces has lo que quieras. Pero controla a tú noviecito muy bien. Si me mete en problemas le pego un tiro en la cabeza.

—No te preocupes.

—¿Cuándo es la boda? Tiene lo más pronto posible.

—Dentro de un mes. Yo me encargo de todo.

—Bien, entonces encárgate —le dice para después mirarme —. Bienvenido a la familia, muchacho —me dice —No hagas ninguna tontería si sabes lo que te conviene.

Va hacia la salida y se retira de la cabaña.

—Pensé que eso sería más difícil —comenta Stefano.

—Mi padre es inteligente. Sabe elegir lo que le conviene muy bien —responde Alessio.

—¿Quién era él? —pregunto —. ¿Cuál es su nombre?

—Angelo De Luca, mi padre y próximamente tú suegro. Más te vale comportarte muy bien ya que dejaras de ser Dominic Whitmore para convertirte en Dominic De Luca —me dice el oji-azul.

—Yo jamás seré tú familia. Nunca en la vida.

—Ya lo veremos —responde —. Caerás ante mi. Eso te lo puedo jurar pequeño.

—Vete a la mierda.

—Tendré que comenzar a amansarte antes la ceremonia —dice —. Tú boca puede ser un problema con el cuál no quiero lidiar.

Maldito loco.

De LucaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora