MI FAMILIA.

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—¡Te atrape! —tomo al niño con cuidado, lo tumbo en el césped y le comienzo a hacer cosquillas.

—¡Alessio no! —dice Alec entre risas.

—¿Te rindes pequeño diablo?

—¡Nunca!

Continúo haciéndole cosquillas.

Las risas de Alec ahora mismo inundan el patio de la casa.

—Esto si que es una verdadera sorpresa —dice una voz a lo lejos.

Dejo al niño tranquilo y volteo hacia el lado derecho del patio.

—Padre.

—Hijo —se coloca delante de mi —.Admito que me sorprende bastante el verte así, jugando.

Me levanto del césped y Alec se oculta detrás de mi.

—¿Qué haces aquí?

—Aproveche que tú marido salió hace un momento y vine a verte —me dice —.¿Quién es es el niño?

—Es Alec.

—¿Y qué hace contigo?

—No te tengo por que dar explicaciones.

—Soy tú padre, merezco saber todo lo que está pasando en tú vida ahora mismo.

—¿Ahora si eres mi padre? —rió —.Dante ¿Puedes llevarte a Alec a su cuarto?

—Claro —el hermano de Enzo asiente y se acerca al niño —.Ven amigo, vamos a jugar.

Él asiente y se va con Dante.

—¿Quién es ese niño? Quiero saberlo.

—Mi heredero.

—¿Qué dices?

—Lo que querías saber, ese niño es mi hijo. Oh lo será dentro poco tiempo. Lo voy a adoptar junto con Dominic.

—Esto tiene que ser una maldita broma de muy mal gusto —dice mi padre.

—No es una broma, Angelo. Ese niño va a ser mi hijo e hijo de Dominic. Va a ser un De Luca.

—¿De dónde salió?

—No te lo voy a decir, por que no te interesa.

—Claro que me interesa. Ese mocoso seguramente es un maldito bastardo al que dejaron solo. De ninguna manera ese niño va a ser parte de mi familia, no va a ser un De Luca jamás.

—Cuida tus palabras.

—No lo voy a hacer, tú deberías de cuidar la forma en la que me hablas. Insolente te recuerdo que soy tú padre. Así que no vas a adoptar a ese maldito bastardo jamás.

—Te dije...—saco mi arma y lo apunto —.Que cuidarás tus malditas palabras, Angelo. Ya no te tengo lealtad, ya no te tengo respeto y cualquier palabra tuya que me haga enojar tendrá consecuencias para ti muy graves.

—Te has vuelto débil, Alessio.

—No, todo lo contrario. Ahora soy más fuerte que nunca ¿Sabes por qué? Por que tengo una familia, tengo a Beatrice, tengo a mi marido y próximamente tendré un hijo al cuál proteger de ti y de todo esté mundo de mierda en el que me metiste. No cometeré ningún error cómo tú.

—Ese bastardo no va a ser un De Luca.

—¡Cuidado con tus palabras! —grito molesto —.Ese niño... va ser mi hijo. Y no voy a permitir que le faltes al respeto nunca   ¿Has oído? Cualquiera que intente lastimarlo o hablarle de una manera muy mala entonces se las verá conmigo.

—¿Piensas enfrentarme por un niño sin familia?

—No es un niño que no tiene familia. Familia si tiene y soy yo. Y en cuánto a tú pregunta... si, pienso enfrentarte si le haces daño a ese niño. Está vez el lobo va a proteger a su cachorro. No se va a repetir la historia, eso te lo juro por mi madre.

—Ese niño y Dominic van a ser tú destrucción hijo. Aún estás a tiempo de salvarte, aún estás a tiempo de volver a lo que eras antes.

—¿Un perro faldero el cuál seguía tus órdenes? ¿Tú asesino personal? No gracias. No quiero volver. Lo único que quiero ahora es que me dejes en paz padre. No quiero volver a verte jamás y tampoco quiero saber absolutamente nada de ti y de tú vida ¿Has entendido?

—Vas a regresar a mi. Te lo garantizo Alessio.

—Ya vete de mi casa Angelo. No me hagas perder la poca paciencia que tengo ahora y jalar el gatillo para ponerle fin a tú vida.

Él da media vuelta y se comienza a alejar.

—Solo te lo diré una vez más...—hablo y él se detienen sin verme —.Tú lastimas a Dominic o a Alec y el perro irá tras de ti para morderte. Por mi familia puedo ser aún más monstruo de lo que crees amado padre.

Angelo no dice nada y reanuda su camino. Mi padre se va y después entro a la casa para ir hacia la habitación de Alec.

—¿Tú padre se fue ya? —pregunta Dante al verme entrar a la habitación.

—Se fue y no volverá, por favor ve con los de seguridad y diles que no lo dejen entrar de nuevo nunca.

El pelinegro asiente y se va del cuarto.

—¿Estás bien peque? —me acerco al infante.

—Ese señor... da miedo.

—Tranquilo —me arrodillo frente a él —.Ese señor no va a volver aquí nunca más. Ya no te volverá a provocar miedo, te lo prometo.

Alec asiente levemente sin decir ni una palabra.

—Se me acaba de ocurrir una idea.

—¿Cuál?

—¿Por qué no vamos a comer pastel? Hay un buen lugar en la ciudad en dónde venden los mejores pasteles del mundo ¿Qué dices? ¿Quieres ir?

—¡Si! Quiero pastel de chocolate.

—Bien...—le sonrió y me pongo de pié —.Entonces vamos por ese pastel de chocolate pequeño diablo.

Alec me toma de la mano izquierda y juntos salimos del cuarto.

De LucaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora