CAPITULO XXVII

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—Eh... Bev. —Eddie volteo hacia su compañera. — ¿Qué hacemos aquí?

Beverly pidió prestado a Steve su auto y aunque estuvo en juego la paciencia de ella como la de él, se logró el objetivo sin necesidad de hacer un alboroto. Sí, claro, con la condición de que lo cuidara y shalala shalala. Lo típico

Alguien debe hablar seriamente con los hombres, principalmente por su amor enfermizo por los autos.

El propósito de todo esto es para poder estar a solas con Eddie, tomando ventaja de que aún era de madrugada y contarle todo con lujo de detalle. El trayecto hacia su destino era calmoso, sin ruidos, nada.

«Tengo algo que decirte.»

Es fue lo que le dijo a su novio para que la siguiera y Munson accedió de inmediato, sin pedir explicaciones,

Bueno, en realidad pidió más de un favor. Steve se encargaría de cubrirlos con el resto del grupo y también en prestarles su Walkie Talkie en caso de emergencia. La condición era llegar en el amanecer o si fuese posible, antes.

Su lugar de destino estaba despejado, luces apagadas y sin ningún rastro de personas a su alrededor.

—Beverly. —Volvió a llamarla. —¿Qué estamos haciendo afuera de tu casa?

Bajo la mirada hacia sus dedos inquietos, no salía nada de boca y conservaba una expresión seria desde el inicio del recorrido.

—Hay que hablar adentro. — Fue lo único que respondió antes de quitarse el cinturón de seguridad.

Eddie no pudo responderle porque de un momento a otro, ella salió del auto a prisa. Su actitud lo puso más angustiado de lo que estaba debido a su anterior silencio, definitivamente sabía que no era para nada grato tanta discreción.

Bajo de inmediato y se apresuró para ir tras ella. La rubia trato de agacharse para buscar la llave de repuesto en el tapete, pero un dolor se manifestó en su herida, dejando salir un gemido.

—¿Aun duele? —Su novio la sostuvo de la cintura.

—El corsé me está lastimando —Dio varias exhalaciones para ponerse recta, esperando a que el dolor disminuyera. —¿Puedes..? —Señalo ella el tapete

—Por supuesto...—Entendió la referencia y se agacho en busca de la llave.

Al encontrarla, abrió la puerta y la aventaron suavemente. Intercambiaron miradas, se tomaron de la mano para tomar fuerzas y entraron sigilosamente. El ambiente les daba entender que se encontraba deshabitado y al comprobarlo, se fijaron que las cortinas se encontraran cerradas para después, prender la luz.

Al iluminarse el espacio más grande la casa, Eddie quedo inmóvil cuando fue invadido los recuerdos que tenia de ese lugar; el sonido de los gritos del grupo, las risas, los insultos, todo el ambiente que lo hizo sentir un lugar seguro y, por supuesto, una versión más joven de ella.

En automático, sus ojos la buscaron y la encontraron revisando cada cuarto que se encontraba en la planta baja. Se giró para direccionarse con Eddie, sus labios decían algo pero estaba tan distraído que sus oídos no lo apoyaron. Lo que le hizo volver a sus sentidos fue que lo tomo de la mano y lo jalo hacia las escaleras. Al estar arriba, Eddie se dio cuenta que le volvió el dolor y eso, porque le presiono la mano un par de veces mientras subían.

—Conociendo a Norman, debió de haberse llevado a mamá. —Menciono, mirando a cada rincón.

El chico volteo su cabeza a la habitación que tenía aun costado suyo y se dispuso a entrar, aun agarrado de su contraria.

HEALER | Eddie MunsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora