iii.

2.4K 310 32
                                    

No importa cuántas veces sea invitado, Isagi siempre se sorprenderá al ver la casa de Reo.

O bueno, al ver una de las casas de Reo, porque él mismo les dijo que esta era solo una de las múltiples propiedades de su familia.

El lugar era espacioso y llamativo al tener dos pisos, un amplío jardín, y la piscina en el patio trasero. Al entrar, solo había más cosas que ver como algunos cuadros en las paredes, mesas de madera, libreros y escaleras con tallados en los barandales.

Ir a las fiestas de Reo, era mezclar a una gran cantidad de personas hasta el punto de desconocer quiénes pertenecían a la parte privilegiada de la sociedad y quiénes eran personas comunes sin ninguna herencia dramáticamente grande a su nombre, porque el menor de los Mikage era así, la posición social era lo que menos le importaba, si eras su amigo, definitivamente estarías invitado.

O en su defecto, si eras amigo de Nagi, obviamente serías invitado.

Entre esos casos particulares se encontraba Isagi, ya que, en algunas ocasiones, la facultad de arte tenía que trabajar con la facultad de escultura, a la cual pertenecía el peliblanco. Nagi se acercó a Yoichi, porque sus cuadros llamaron su atención, al punto de pedirle ser su compañero para aquellos trabajos, y el pelinegro al ver el talento del más alto en sus esculturas por supuesto que no dudó en aceptar la oferta.

Ese tipo de trabajos siempre eran extensos y tenían periodos largos para su entrega, fueron semanas de trabajar juntos. Se conocieron a finales del primer año y a mitad del segundo año, ya podían considerarse amigos.

Fue gracias a Isagi que Bachira y Nagi se conocieron, y conocer a Seishiro significaba sin dudas conocer a Reo. Y fue cuestión de tiempo darse cuenta de que todos estaban más conectados de lo que parecía en un principio, tomando en cuenta que el menor de los Mikage era amigo de Kunigami y Chigiri.

Eran un grupo bastante diverso, en dónde algunos eran mejores amigos y otros apenas podían considerarse amigos, pero eran conocidos en común, lo suficiente para mantener conversaciones, visitar los apartamentos del otro e ir a fiestas todos juntos.

En cuanto pusieron sus pies fuera del auto de Kunigami, la brisa fría de la noche los recibió, junto al sonido lejano de la música.

Era temprano, habían luces coloridas escapando por las ventanas y otros autos estacionando en las cercanías. Había gente caminando por los alrededores, saludándose entre apretones de manos, abrazos ligeros y sonrisas divertidas.

Isagi sintió un golpe en su brazo, Bachira le sonrió en cuanto sus ojos se encontraron y Chigiri un par de pasos adelantado, hizo un gesto con la cabeza, indicando que ya debían entrar.

El pelinegro respiró profundamente, sintiéndose extrañamente nervioso, sin saber o encontrar un porqué simplemente siguió caminando.

Perspectivas. |RinSagi|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora